Lo difícil es aprender del pasado


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Con regularidad se dice que hay que aprender del pasado para NO cometer los mismos errores. Yo agregaría que lo extremadamente difícil para el ser humano es aprender o aprehender las cosas buenas para poder construir el futuro.

Entre abogados decimos que todos tenemos el derecho a equivocarnos pero tampoco HAY QUE ABUSAR DE ESE DERECHO.

Héctor Luna Troccoli


En ambos cosas me reconozco culpable y no sé si es parte de la condición humana, particularmente el libre albedrío del que estamos dotados, o simplemente si Dios nos creó que Él cometió su más grande error al no dotarnos, no solo de inteligencia, muchas veces cuestionada o cuestionable, sino eliminar el uso adecuado de nuestra razón, del análisis sereno y sobre todo justo.

Desde 1958, al asumir Ydígoras Fuentes el poder, la corrupción se convirtió en una política de Estado y así ha continuado, incrementándose de una manera muy particular al inicio de la llamada “era democrática”, simplemente porque tuvimos elecciones libres, aunque con mañas del pasado como el acarreo de gente, promesas incumplidas, trucos bajo la mesa, financistas de dudosa procedencia para alcaldes diputados y presi y vicepresidente, lo cual se ha ampliado generosamente a otros lados y sectores, hasta llegar a posibles directores generales de instituciones apetecibles para el sector económico del país como ocurre actualmente, en donde Otto Pérez y Roxana Baldetti pasan grandes apuros para complacer y pagar la factura de uno de sus principales financistas, según dicen rumores por lo que no les doy toda la veracidad del caso, al tratar de legalizar las drogas ahora ya no la “humilde” mariguana, sino las de grueso calibre en sus efectos perniciosos a la salud, como la heroína, que afortunadamente, se consume más en Europa y países del oriente y Asia y algunos riquillos de nuestro país que les gustan las emociones fuertes.

Vinicio, Serrano, Arzú, Portillo, Colom y ahora Pérez, fueron los mandamases de tiempo completo y todos, sin excepción, son señalados de haber cometido actos de corrupción, algunos más escondidos que otros, aunque las pruebas, las “benditas” pruebas, no logren condenarlos, aparte del dinero que corre y correrá en los palacios de justicia que tenemos regados llenos de basura en nuestra querida Guate. Si se echa una mirada al pasado, Otto Pérez y Roxana Baldetti han aprendido algo: aprendieron a ser POLÍTICOS de los que no quisiéramos en Guatemala.
Y no debo negar que puedan existir cosas positivas pero el problema es que en la campaña la lengua se va mas allá de la realidad y se hacen promesas que se olvidarán al tener el poder en las manos, como si este instrumento que según nuestra Constitución radica en el pueblo, fuera la herramienta para cumular millones de dólares y quetzales ante la mirada famélica de un pueblo total y absolutamente indiferente que no tiene las agallas de llevar a cabo una resistencia civil que no sea para defender intereses personales o de grupo, sino para cambiar la nación.

En Guatemala somos duros en reconocer lo bueno y despiadados para hacer notar lo malo. Vea un ejemplo. Desde hace años, he sido opositor del alcalde Álvaro Arzú y reconozco que mis críticas han sido duras, pero por fin vi algo bueno que ayudó a una ciudad que muchos son buenos para ensalzarla cuando les conviene, pero malos para ayudarla cuando lo necesita. Hablo de la Antigua. Arzú con su peculiar estilo prepotente tomó la decisión de limpiar esa ciudad, que yo, personalmente, (lo narraba hace poco), me di cuenta de la catástrofe por la que pasa. Arzú fue criticado por ello, incluso por algunos antigüeños y al menos me di cuenta de que mucha inmundicia material (porque la moral persiste), había desaparecido. ¿Qué quiere ser alcalde de Antigua? No sé si la ley se lo permite porque tiene que tener cierto tiempo de residencia, aunque ya hubo uno de Jocotenango que se avecindó unos meses antes: ganó y robó en paleta, así que si el emperador llena los requisitos, la Constitución dice que todos podemos elegir y ser electos y el pueblo, (así se dice) decidirá. Casi siempre metemos la pata pero una mancha más al tigre ni se nota.

Finalmente, para alegría de muchos, pienso retirarme de escribir el año próximo. Ya se lo comunicaré a nuestro Director General. Hay razones internas, como mi descuido al escribir y el poco tiempo de corregir mis fallas y la otra, muy particular, que a mi edad uno se cansa de todo, especialmente de la vida.