Lo demás es silencio


Tras el asesinato de los tres parlamentarios salvadoreños y del conductor del vehí­culo en que viajaban, a ambos lados de la frontera se han cruzado toda clase de conjeturas que han enrarecido el ambiente polí­tico. El presidente Saca viajó a Washington para visitar a Bush. La prensa recogió la aseveración del mandatario salvadoreño: «Me siento muy cómodo con nuestro amigo y aliado cada vez que nos reunimos en la Casa Blanca». Saca aseveró que Bush le ofreció dar todo su respaldo para que sean esclarecidos los asesinatos en Guatemala y habí­a enviado un equipo de investigadores del FBI, pero los policí­as sindicados fueron asesinados poco antes de la llegada de los expertos a Guatemala.

Marco Vinicio Mejí­a

Si la investigación se extiende a poner en evidencia la madeja de complicidades entre corrupción gubernamental y el crimen organizado, es improbable que se conozca a los verdaderos responsables de estos crí­menes. Existe un histórico maridaje entre los gobiernos norteamericanos y las dictaduras y gobiernos represivos centroamericanos. El Salvador fue uno de los pocos paí­ses que accedió a mandar tropas para apoyar la invasión y ocupación de Irak, cual pequeños actores de reparto a la par de los protagonistas, los estadounidenses. Lo lamentable es que al menos cinco soldados salvadoreños han muerto en el paí­s ocupado.

Cual súbdito incondicional, Saca declaró tras el anuncio del Reino Unido de retirarse parcialmente de Irak, que su paí­s no abandonará a las tropas estadounidenses aunque otros paí­ses aliados sigan los pasos de Londres. Desde 2003, alrededor de 400 soldados salvadoreños luchan en la provincia sureña de Wasit. Gozan del dudoso honor de ser la única fuerza latinoamericana que continúa en Irak, a pesar de la oposición de la opinión pública, según indican las encuestas.

Lo demás es silencio, porque no sabemos si en su entrevista con el «señor W», el presidente Saca se refirió a los casos de corrupción que se ventilan en su paí­s. No puede soslayarse la situación del ex presidente de la Administración Nacional de Acueductos y Alcantarillados, Carlos Augusto Perla, quien huyó a Francia de donde fue extraditado el año pasado. Es acusado de recibir sobornos, malversar fondos públicos y de asociaciones ilí­citas. Realizó «negocios» con el empresario español Joaquí­n Alviz, condenado por un juzgado español en 2004 por apropiación indebida en El Salvador. La orden de Interpol, emitida en 2004, lo sindicaba de sobornar a prominentes funcionarios salvadoreños para ganar concursos por 150 millones de dólares.

Recientemente, la Corte Suprema de Justicia fue generosa con otro diputado de Arena al Parlacen, Mario Osorto, quien goza de la mí­nima medida de arresto domiciliario dentro del proceso que se le sigue por soborno, falsedad documental y negociaciones ilí­citas, previo pago de una fianza de 250 mil dólares. También disfrutan de estas medidas de detención mitigada la suegra y la esposa del diputado Roberto Silva Pereira, de la Asamblea Legislativa, también señalado por negociaciones ilí­citas.

Estas menciones son para destacar que no sólo en Guatemala se siente el hedor de la pobredumbre.