Lluvia negra


Las arenas negras que han caí­do en toda la ciudad, por toneladas, nos acompañarán por mucho tiempo, quizá de por vida al igual que lo hacen ciertas culpas y penas. La semana que pasó será recordada como el tiempo que el negro se acumuló en las calles en forma de montí­culos, el gris vistió el cielo de dí­a y de noche y el aire se volvió húmedo hasta la saturación, la sensación era como estar en la playa pero sin mar, solo la arena. La dimensión trágica de Agatha y el Pacaya cambió en una semana las previsiones de un Gobierno que preparaba un simulacro de catástrofe; se adelantó el evento antes que el ejercicio. Los estragos causados a la infraestructura, especialmente de carreteras y puentes, harán cambiar las prioridades de la polí­tica pública que deberá enfocarse en atender la emergencia así­ como la recuperación, un esfuerzo que debe ser coordinado por el Ejecutivo, pero que deberí­a concitar la solidaridad y el compromiso de todos. Los recursos que son escasos deberán ser sujetos de maximización y gasto razonado, por ejemplo la inversión en los programas de «Cohesión Social» de transferencias condicionadas. La responsabilidad social, alarde de los nuevos empresarios, deberí­a ir más allá de gestos autocomplacientes del tipo campaña de recolección ví­veres. Con un presupuesto deficitario, una reforma fiscal abortada y la antesala al año electoral, los recursos provenientes de Bonos del Tesoro se diluirán como agua y no alcanzarán. ¿Cuánto aprendimos de Mitch y Stan? Me temo que las huellas aún visibles de esas catástrofes fueron borradas por el agua y la arena de la nueva tormenta que dejará las suyas por largo tiempo, pronto veremos puentes de nombre Agatha 1 y Agatha 2.

Julio Donis

Durante una catástrofe o una crisis siempre afloran actitudes que exponen las verdaderas calidades humanas, casi siempre de las más bajas y menos de las solidarias. Así­ también surgen comportamientos que son fruto de las taras y limitaciones ocasionadas, por subirse al carro de la modernidad obsesionada, que nos convierten en un colectivo que entra en fobia, si no está dentro de la cómoda protección de su red feisbukiana o de tuiter. La falta de energí­a eléctrica y comunicación impide el funcionamiento de lo que muy atinadamente llama Juan Villoro, prótesis tecnológicas; con esto se refiere a los artilugios electrónicos que se han convertido en una especie de extensión de las extremidades (celulares, TV, internet, lap tops, etc). Con seguridad para algunos la crisis fue no poder subir fotos a su feisbuk o no poder enviar un mensaje de texto a través del celular, para muchos otros fue enfrentar la muerte, rí­os desbordados o carreteras rotas. Estaba más enterado del desarrollo del cataclismo de Agatha, quien tení­a radio portátil de baterí­as, que el vecino con todos los artilugios de última generación pero sin energí­a eléctrica. El dí­a de mayor fuerza de Agatha se inauguraba un Bazar de una reconocida perfumerí­a; un padre no sabí­a que proponer al hijo adolescente desesperado por no tener internet. Esa misma noche la ciudad se tragaba una casa entera de tres niveles en un hoyo profundo que revelaba los errores de diseño urbano que empiezan a pagarse. Se dice que las construcciones de las zonas 2 y 6 fueron hechas sobre viejos cauces de rí­os y rellenos. En plena tormenta el ejército fluorescente de tu Muni resguardaba los molinetes electrónicos de las nuevas estaciones del Transmetro. Un dí­a antes la arena negra se cobraba la vida del joven que por limpiar el techo resbala y muere. No faltaron los viajeros o turistas varados, que con temor desbocado hací­an lo imposible por retomar sus rutas programadas ví­a bus extraurbano para conectar con otros aeropuertos, arriesgando la vida o pagando las multas con tal de regresar a la seguridad de su agenda preestablecida. Plausible la coordinación entre la Muni y el Gobierno para limpiar las calles de la ciudad, esfuerzo que también deberí­a involucrar brigadas de voluntarios. Finalmente los loteriazos en plena crisis, los establecimientos lava carros aumentarán sus ingresos, al igual que aumentarán las ventas de escobas, bolsas plásticas, palas y aspiradoras, todo con tal de deshacerse de la molesta arenilla negra que nos acompañará largo rato, así­ como las contradicciones humanas que nos hacen más torpes y desubicados a pesar de tanta modernidad.