Lluvia de crí­ticas


El plan de estí­mulo económico de 50 mil millones de euros (67 mil millones de dólares) aprobado el lunes por el gobierno de Alemania, que en un primer momento se habí­a mostrado reticente a las ayudas públicas para salir de la crisis, fue criticado por tacaño y por llegar tarde.


La patronal alemana y los sindicatos fueron los primeros en desenfundar el martes contra el plan, adoptado durante la noche por los socialdemócratas y los conservadores, integrantes de la «gran coalición» de la canciller Angela Merkel.

La jefa del gobierno salió al paso de las crí­ticas y defendió la iniciativa afirmando que «liberará fuerzas en favor del crecimiento y el empleo».

«Defender el empleo es lo que nos guí­a», dijo Merkel en una conferencia de prensa para presentar el que calificó como el «mayor plan de reactivación de la historia de la República Federal de Alemania».

El programa «tiene en cuenta la dimensión de la crisis y la determinación del gobierno», añadió la canciller conservadora.

El plan se apoya principalmente en dos pilares: un importante programa de inversiones (17 mil a 18 mil millones de euros, 22 mil y 24 mil dólares) y recortes de impuestos y de cotizaciones por un total de 9 mil millones de euros.

Se suman medidas de incitación a la compra de vehí­culos nuevos, la creación de un fondo de 100 mil millones de euros de garantí­as a las empresas con problemas de financiación o una prima para las familias de cien euros por hijo.

Este plan va a obligar a la primera economí­a europea a asumir el año próximo el mayor déficit público desde 1945, afirmó Volker Kauder, jefe del grupo parlamentario cristiano-demócrata de Merkel.

Alemania superará en 2010 el lí­mite de 3% del Producto Interno Bruto (PIB) fijado por el Pacto de Estabilidad Europeo, como ya reconoció su ministro de Finanzas, el socialdemócrata Peer Steinbrueck.

Pero sus crí­ticos calificaron las medidas, muchas de las cuales sólo entrarán en efecto el 1 de julio, de demasiado restringidas para luchar contra lo que los economistas advierten será la peor recesión en seis décadas.

«Es ridí­culo creer que unas cantidades tan endebles puedan estabilizar la economí­a», declaró el lí­der del opositor Demócratas Libres, Guido Westerwelle, al diario Muenchener Merkur, pidiendo mayores rebajas fiscales.

El plan, que se suma a un paquete de 31.000 millones de euros decidido en noviembre y considerado insuficiente dentro y fuera de Alemania, tampoco convenció a los medios empresariales.

La federación de cámaras de comercio e industria exigió por su parte «una mejora de la fiscalidad a las empresas antes del fin de la legislatura» en septiembre, según su director Martin Wansleben, citado por el diario Frankfurter Rundschau.

El gobierno «podrí­a haber ido más lejos en lo que concierne a las reducciones de impuestos», consideró por su parte Eckart Tuchtfeld, economista de Commerzbank, contactado por la AFP, que juzgó sin embargo que el nuevo plan dará «un impulso a la coyuntura».

Las crí­ticas no vieron sólo de la patronal. La Confederación de Sindicatos calificó de «inútiles las reducciones de impuestos sin contrapartida presupuestaria» y de «problemático» el fondo de 100.000 millones de euros para ayudar a las empresas a convencer a los bancos de que les den crédito.

«El plan van en la buena dirección. Pero su volumen no bastará para proteger el empleo y suavizar la recesión. Necesitarí­amos un volumen dos veces más importante», afirmó su presidente Michael Sommer.