Otra vez Guatemala sufre los embates de una tormenta tropical y ojalá que ahora, a diferencia de lo que nos pasó la última vez con el Stan, no tengamos que lamentar desgracias personales ni pérdidas materiales de consideración, especialmente porque literalmente llueve sobre mojado, toda vez que había estado lloviendo intensamente en el occidente del país en los últimos días y los expertos consideran que los suelos están ya saturados, lo que puede ser causa de lamentables tragedias.
Esta vez, a diferencia del Stan, la Conred dispuso lanzar con tiempo la alarma naranja poblacional, lo que hace pensar que existe una mejor preparación que cuando el Presidente tuvo aquella desafortunada expresión de que la gente del pueblo estaba ya acostumbrada a esos aguaceros. No hay forma de acostumbrarse a las desgracias de la naturaleza, por más que cada vez se produzcan con mayor frecuencia como resultado del daño que los hombres le hacemos al medio ambiente, provocando ese calentamiento global que ha generado cambios profundos en el clima.
Bárbara es una muestra de ello, puesto que se trata de una tormenta tropical totalmente anómala, ya que en vez de seguir la ruta tradicional de las que se forman en el Pacífico en estas fechas, es decir desplazándose hacia el noroeste, lo hizo hacia el sudeste y de esa cuenta el centro de la tormenta, luego de deambular en las cercanías de Acapulco, terminó tocando tierra en dirección a Tapachula.
México ha demostrado tener mejores condiciones para manejar este tipo de situaciones y las autoridades reaccionan con más rapidez. Hoy, por lo menos, tenemos que reconocer que la Coordinadora para la Reducción de Desastres pudo adoptar con más tiempo y previsión medidas para advertir a la población del peligro que se acerca y que puede afectar a miles de habitantes de lugares riesgosos.
Y cuando hablamos de lluvia sobre mojado, no nos referimos únicamente a la descrita saturación de los suelos provocada por las precipitaciones del principio de esta copiosa época de lluvias, sino que hablamos de los residuos que aún quedan de Stan que no han sido adecuadamente atendidos por el Gobierno. Hay aún víctimas de aquel fenómeno natural que no tienen vivienda, hay infraestructura que no se ha repuesto y personas que aún esperan que los programas oficiales les lleven alivio. Ese es, sin duda alguna, el mayor problema de que nos llueva sobre mojado porque como se dijo tras la anterior tormenta, es indiscutible que no tenemos preparación ni capacidad para enfrentar ese tipo de desastres naturales. Y en esas condiciones por poco que se avance, como ahora que por lo menos hubo alerta temprana y oportuna, hay que destacar el acierto para estimular a quienes han mostrado históricamente tan poca inclinación a la prevención.