Existe la creencia que llorar es algo malo, indebido y mejor si no se hace. A los hombres en específico, se les enseña que para serlo no tendrán que llorar. Que llorar es de gente débil. Al ver llorar a una persona lo primero que se le ocurre a la gran mayoría, es decirle que ya no llore. Sin embargo, el llorar puede traer beneficios a la salud mental y física. El llanto emocional es un acto universal y designado en exclusividad al género humano.
Al llorar se disminuyen los niveles de ansiedad y la persona se tranquiliza, se calma. Lo usual es que después de llorar se sienta relajada. El estrés es leído por estructuras cerebrales y ellas envían el mensaje de la producción de las lágrimas a las glándulas lagrimales. Existe liberación de hormonas, adrenalina, noradrenalina y oxitocina, así como de opiáceos endógenos. El llanto emocional se observa en los dos ojos, a diferencia de llanto reflejo. Al llorar aumentan las secreciones en la nariz y la producción de saliva.
El llanto brota tras alteraciones en el estado de ánimo como la tristeza; el enojo, el miedo, la empatía y la alegría también pueden producir lágrimas. Reír se ha considerado algo bueno, mientras que llorar algo negativo. No obstante, ambas experiencias pueden ser igual de beneficiosas para la salud. A las personas depresivas en ocasiones se les dificulta el hecho de llorar. Después del llanto la persona puede razonar mejor, se encuentra más tranquila y puede tomar decisiones más certeras.
Llorar, desde ninguna perspectiva puede visualizarse como una debilidad del ser humano. Puede considerarse como una estrategia que le permite a la persona dejar fluir emociones de una manera espaciada e inocua para sí misma. Por lo que se sugiere que cada vez que tenga deseos de llorar, llore y no se reprima ante esta acción. Busque un lugar y tiempo apropiados, comparta su sentimiento con sus seres queridos y de confianza. No se detenga de llorar porque “debe” aparentar ser fuerte. La verdad, es que después del llanto se obtiene mayor fortaleza.
Llorar al igual que reír son formas de expresar emociones que contribuyen a fortalecer la respiración, la presión arterial, la frecuencia cardíaca y a descargar tensiones, es decir, funcionan como calmantes naturales.
De manera contraria, cuando el llanto se reprime, no favorece a la salud. Al aguantar el llorar se contiene más enojo y agresividad, por lo que existe mayor posibilidad de enfermar, aparecen dolores somáticos, somatizaciones, trastornos de ansiedad y enfermedades psicosomáticas. Alguien dijo: “las lágrimas que no se lloran, las lloran los órganos” y es precisamente esto lo que contribuye a enfermar físicamente.
Es normal que cuando se siente tristeza den deseos de llorar. Por ejemplo ante un proceso de duelo. Pero no es considerado normal una tristeza sin límites de tiempo, debido a que en ese caso, se considera el surgimiento de la depresión, con el usual acompañamiento de otros síntomas como: alteraciones del sueño, dificultad para concentrarse, falta de placer, entre otras posibles.
El llorar puede ser comprendido como una estrategia de enfrentamiento psicológico, el no llorar aumenta el riesgo de enfermar y puede también ser considerado como un signo clínico de estrés nocivo y de enfermedad. Los estudios científicos acerca del llanto emocional son menores en relación a los referentes a la risa. El llorar puede ser considerado como una estrategia conductual única de enfrentamiento. Debido a que por sí misma conduce a la inducción del apoyo social, y se han realizado varias hipótesis acerca de la función del llanto: reducción de la tensión, facilitación de la recuperación fisiológica, señal de búsqueda de ayuda e inductora de apoyo emocional, reducción de la agresión, entre otras. Que ayuda a la persona a focalizarse en el problema o situación y con ello contribuye a aumentar su sentido de control.