Lloran a los 31 muertos del atentado de Lahore


Un total de 31 personas murieron en el atentado suicida de ayer en Lahore (este de Pakistán), según el último balance de hoy, que da parte de seis nuevos fallecimientos, en el peor ataque cometido desde el inicio de las catastróficas inundaciones que desde hace un mes enlutan al paí­s.


La explosión de tres bombas durante una procesión chií­ta en la que participaban miles de personas, al final del ayuno del mes santo del Ramadán, dejó también cientos de heridos.

«Murieron 31 personas y 281 resultaron heridas en las explosiones», declaró a la AFP Fahim Jehanzeb, portavoz de los servicios de socorro de Lahore, quien teme un balance aún más grave a causa del número importante de heridos en estado crí­tico.

Sajjad Bhuttam, un alto responsable de la administración local, confirmó el balance de muertos.

El responsable de la investigación, Zelfiqar Hamid, señaló a la AFP que las investigaciones estaban en curso y que de momento no se habí­a llevado a cabo ninguna detención.

El jueves se celebraron oficios religiosos para siete de los muertos, entre grandes medidas de seguridad de la policí­a y de los paramilitares. Las autoridades locales anunciaron un dí­a de duelo, en el que permanecerán cerradas todas las instituciones privadas y públicas.

Cientos de musulmanes chiitas, vestidos de negro, se echaron a las calles para denunciar los ataques y dijeron que tení­an previsto llevar a cabo una reunión para analizar la situación y elegir la estrategia en respuesta a los ataques.

«Condenamos con fuerza este incidente. No toleraremos ataques como éste en el futuro», dijo a la AFP el lí­der chiita Hasan Zafar.

Los mercados estaban todos cerrados y las carreteras estaban tranquilas el jueves, según observó un periodista de la AFP, después de los incidentes de la noche anterior. En respuesta a los atentados, varias personas trataron de incendiar una comisarí­a cercana.

La policí­a disparó gases lacrimógenos para repeler a las personas que golpeaban con palos y zapatos los cuerpos de los suicidas, mientras que otros se golpeaban la cabeza y el pecho en el lugar de los ataques para manifestar su frustración.

La multitud cantó eslóganes contra la policí­a y el gobierno provincial por su fracaso a la hora de proteger la procesión chiita, constató un corresponsal de la AFP en el lugar.

Lahore, una ciudad de ocho millones de habitantes, cercana a la frontera de Pakistán con India, es un objetivo cada vez más frecuente de los ataques de los talibanes y de Al Qaida, como parte de la campaña de atentados que ha dejado más de 3.600 muertos en tres años en el paí­s.

La procesión contra la que se dirigí­an los ataques formaba parte de la celebración del aniversario del martirio de Hazarat Ali, quien es venerado por los musulmanes chiitas y es el hijastro del profeta Mahoma.

Los chiitas son cerca del 20% de los 160 millones de paquistaní­es, mayoritariamente suní­es.

La violencia religiosa en Pakistán, principalmente entre los grupos suní­es y chiitas, ha matado a más de 4.000 personas en la pasada década.

El jueves, un hombre armado mató a una profesora e hirió a otras dos en un bastión talibán del noroeste del paí­s.