Esta semana, el Suplemento Cultural fue concebido para que reflejara cómo el arte puede tornarse subversivo cuando atiende cuestiones políticas. Sin embargo, en esta semana, un evento modificó de golpe todo el mundo cultural: la muerte de Luciano Pavarotti.
El mayor triunfo de Pavarotti fue ciertamente lograr interesar a las grandes masas hacia la ópera, arte considerado por muchos siglos como un espectáculo para clases altas.
La ópera encontró a su figura más representativa; hoy día, el rostro de Pavarotti es el rostro de la ópera.
Habitualmente, los cantantes de ópera descuidan la parte actoral, para favorecer únicamente la expresión vocal. Sin embargo, Pavarotti, además de tener una de las mejores voces de la historia, fue uno de los mejores actores de ópera.
De hecho, sólo su sola presencia hizo que muchas personas ajenas a la ópera se acercaran; es más, llevó la ópera a la música popular.
El día de su muerte, casi todo el mundo estaba de luto. Casi todas las figuras mundiales, de cualquier denominación política, económica, social, cultural y hasta deportiva, se mostró acongojada por este lamentable fallecimiento.
Pavarotti ha hecho más por la cultura que los mismos promotores culturales; esto por que llevó su arte a todas las latitudes, sin discriminaciones. Además, cuentan quienes lo conocieron, el tenor era simpático y era amable con cualquier persona con quien conversara.
Hoy recordamos sus aportes, sus conciertos, sus discos, sus actuaciones, sus obras, especialmente su participación en la ópera Pagliacci en donde con su voz lograba sensibilizar al público.
Adiós al mejor Pagliacci de la historia; adiós al tenor más humano, al más popular; al tenor del pueblo.