Generalmente la Semana Santa es, no solamente, un descanso de la rutina para cada ciudadano sino también el “receso” para que todos aquellos temas candentes y quienes están en el centro del huracán, por los asuntos de importancia en el país, gocen unos días en que aumente, si cabe, la indiferencia de la gente y se pierda el interés en esos asuntos.
Este año, con mayor razón, las autoridades están llegando a la Semana Santa con muchos temas encima que les tienen en una permanente urgencia. Y es que en Guatemala eso es común porque no hay planificación y es por ello que las autoridades se dedican, en su mayoría, a dos tipos de “administración” y negociación: crisis y contratos.
El trabajo y los grandes cuestionamientos a las comisiones de Postulación que están trabajando en estos momentos en la lista de nominados; las denuncias de corrupción en general y del INDE en particular; la violencia que sigue cobrando vidas sin importar si se es menor de edad o personalidad; la crisis con organizaciones sociales como está sucediendo en el tema de los afectados por Chixoy que no logran un acuerdo formal con el gobierno, etcétera, son algunos de los asuntos de los que tendrán algún descanso las autoridades.
Y a eso, hay que agregar que lo que ya es prácticamente una campaña electoral en marcha, se intensificará tras esa Semana en la que los “candidatos” retoman su último aire antes de lanzarse por casi año y medio sin descanso a tratar de conseguir el voto.
A partir de esto, se fortalece el período de un vacío de poder que se ve reafirmado por la sensación dentro de la población de que el mandato actual empieza su salida porque se nota que “el próximo” empieza a agarrar protagonismo por medio del proselitismo.
Es entonces cuando se da la última oportunidad a este gobierno para que haga el trabajo de lo que quiere que sea su “legado” o, si es el caso, que se quede como un gobierno sin trascendencia como ha ocurrido con los anteriores que se destacan por haber sido fábricas de millonarios sin logros para los ciudadanos.
Lastimosamente, no vemos muchas intenciones ni posibilidades de que pase algo que marque diferencia y, lo más seguro, es que se continúe con la inercia de administrar crisis y negocios. Pero por lo menos consideramos que sería entonces un buen momento de descanso y reflexión para que los ciudadanos nos planteemos qué es lo que esperamos de los actuales funcionarios y de los que quieren acceder a ser los próximos “administradores”.
Minutero
El sonido del dinero
se escuchó como reguero;
Congreso y telefonía
tienen una gran sintonía