En esta semana, se hizo entrega del Premio Nacional de Literatura al escritor Mario Roberto Morales, quien aprovechó la ocasión para realizar varias reflexiones en torno a la literatura guatemalteca.
En un homenaje realizado en la Facultad de Humanidades de la Universidad de San Carlos de Guatemala, Morales reflexionó que, a pesar de la decadencia política, la pobreza, y de las condiciones sociales y económicas al borde del colapso, Guatemala ha gozado de buenos escritores y de artistas en general.
Es cierto. Morales realizó un breve recorrido mental de lo mejor de la literatura guatemalteca que ha tenido connotación universal. La mejor literatura precolombina es de nuestro país.
El poema colonial por excelencia es de Rafael Landívar; la mejor narrativa romántica es guatemalteca; la Vanguardia tiene excelente representación con Miguel íngel Asturias y Luis Cardoza y Aragón; la literatura posmoderna tiene su representante en Tito Monterroso.
Es, pues, de exaltar la literatura guatemalteca que ha logrado sobresalir de las condiciones decadentes que nos ofrecen los políticos y que se impactan en lo social.
Y no sólo la literatura, sino que el arte en general. Excelentes exponentes de la plástica está con Roberto González Goyri, Efraín Recinos, Margarita Azurdia; en la música, Joaquín Orellana y Jorge Sarmientos, y así en varios campos de la cultura. No es, entonces, un falso orgullo de lo nacional; éstos y otros artistas han demostrado en todo el mundo su calidad.
Esta reflexión viene en torno a Luis Cardoza y Aragón, que a pesar de no haber recibido una distinción de reconocimiento mundial, es hoy por hoy uno de los mejores ejemplos de poesía vanguardista, llegándose a codear con los grandes exponentes europeos e hispanoamericanos.
En este suplemento, recordamos a Cardoza a quince años de su muerte.