LINCHAR A LOS PADRES CANALLAS


«La gran mayorí­a de los padres cuyo hijo es exhibido como un delincuente sufren calladamente» nos dijo hoy de madrugada, Radio Escandinava «pero hay otros que se enorgullecen de las canalladas de sus hijos y aún platican de ello con sus cuates de las mismas lomas: Y eso lo hemos confirmado en el curso de estos últimos años» afirmó el locutor.

Dr. Carlos Pérez Avendaño

«Cuando hemos tenido oportunidad de contemplar las actitudes de esos padres que, dolidos, se avergí¼enzan y quisieran esconderse, también hemos detectado que en Guatemala, hay muchos de los otros, de los que no solamente apoyan sino que hacen alarde de las sinvergí¼enzadas de los hijos».

«Indudablemente es tonto peguntarnos» dijo el escandinavo «cual será la causa de esas diferencias entre aquellos buenos hijos y los hijos canallas, pero, lo que es más extraño y más difí­cil de explicarse son las causas que generan a esas dos categorí­as de padres, a aquellos con buenos principios y aquellos otros que son aun más canallas que sus propios hijos delincuentes».

«Los miembros de una familia en donde hay hijos, y nietos habremos de tener mucho cuidado a la hora de ver la paja en el ojo del vecino, y sabemos también que cualquiera de nosotros mortales puede cometer las más grandes canalladas, algo que habremos de no olvidar» reconoció con su simpático acento el escandinavo.

«Lo que a nosotros los nórdicos nos parece un actuar de verdad mezquino» expresó con un tono de incredulidad el locutor «es que existan padres que no solamente no censuren el quehacer chueco de sus hijos, sino que los estimulen y los asesoran en la ejecución de sus canalladas. Es más, hemos visto con asombro, en los últimos años, parejas de padres e hijos que apoyados por la madre son miembros de la misma pandilla de corruptos, y ya nos imaginamos» continuó con su tí­pico acento el locutor, «a uno de esos padres capaces de dominar y sujetar a una pobre viuda, mientras el hijo le arrebata la cartera». «Y no es que estemos nosotros los escandinavos haciendo alarde de una impoluta sociedad, sino que estamos señalando esos extremismos que apuntan a una bestialidad incomprensible dentro de nuestra humanidad».

«Creo que en Europa» nos decí­a hoy el locutor «esa clase de fechorí­as, no se observan, no caben dentro de nuestra cultura, y ello a pesar de lo que nos augura la alienación de los tiempos».

«A nosotros los escandinavos», continuó el locutor «nos produce increí­ble asombro y mucha tristeza, la existencia de ese tipo de padres que, dentro de una sociedad son la escoria, y que pone un dañino y maligno ejemplo a la humanidad toda».

«Creemos firmemente» continuó con enérgico acento el locutor «que esos padres, engendros de la corrupción, deberí­an ser linchados, lapidados, y eso, que nosotros los escandinavos, no creemos en la pena de muerte».

«Nuestra sincera felicitación para aquellos padres que están dispuestos a lamentarse de los errores de los hijos» enfatizó la Radio «padres que conociendo su obligación en la formación filial, se entregan a la encomiable tarea de la corrección de eso que a cualquier ser humano puede ocurrirle».

Y así­ terminó esta formativa transmisión de Radio Escandinava, escandalizada hoy por el grado de corrupción en las familias guatemaltecas.

«Y de verdad Carlos», me decí­a la Lila mi mujer, «que los que en ese sentido hemos sido bendecidos, deberemos hincar las rodillas y dar gracias a Dios».

Con la Lila estamos de acuerdo en solidarizarnos con aquellos padres a quienes les ha castigado ese infortunio, pero que, avergonzados, habrán de convencer a sus hijos de la necesidad de resarcir el daño cometido.