Limitar el crecimiento de la población mundial fue un tabú durante décadas pero, ahora, los potenciales impactos del cambio climático sobre las vidas de miles de millones de personas ha forzado a que el tema forme parte de la cumbre de Copenhague, del 7 al 18 de diciembre.
Como prueba del cambio, el Fondo de la ONU para la Población (FNUP) afirma que frenar el aumento de la población del planeta contribuiría de manera fundamental a la lucha contra los gases de efecto invernadero.
«Un crecimiento de la población más lento aumentaría la resistencia ante los impactos del cambio climático y contribuiría a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en el futuro», señaló la FNUP en un informe publicado en noviembre.
Ese texto es el primero de una agencia de la ONU en referirse tan explícitamente a la relación entre clima y población y destaca la importancia de poner en marcha políticas de contención demográfica mediante el acceso a la contracepción.
En sus 104 páginas, el FNUP asegura que si para 2050 la población de la Tierra es de 8.000 millones de personas y no de 9.000, eso ahorraría entre una y dos gigatoneladas de dióxido de carbono por año.
En un estudio publicado en septiembre por la Royal Society británica, el científico de la universidad de California Malcolm Potts destacó que los actuales 300 millones de habitantes de Estados Unidos pasarán a entre 450 y 500 millones en 2050.
«Cada nacimiento no querido que se prevenga en Estados Unidos permitirá al resto del mundo respirar un poco más fácilmente», dijo Potts.
Estados Unidos no sólo es el segundo país más contaminante del planeta en términos de volumen de emisiones sino que además ocupa el séptimo lugar en términos per cápita con unas 23 toneladas de carbón por personal anualmente, diez veces más que en los países más pobres de la tierra.
Por su parte, en los gigantes emergentes como China e India, la política del hijo único puesta en marcha en años pasados ha favorecido el crecimiento económico, sostienen los expertos.
Para éstos, la reducción de la natalidad en los países más pobres del mundo, donde en las últimas cuatro décadas se produjo el 99% del crecimiento demográfico global, significaría que menos gente estaría expuesta a hambrunas y fenómenos meteorológicos extremos.
Para algunos expertos, el debate sobre la población ha sido dejado de lado por los partidarios de un aumento demográfico en los países ricos, que ven como factor positivo el crecimiento de sus habitantes.
Esas voces mantienen también que controlar la natalidad es un peligro que expone al país a una menor fuerza de trabajo y al riesgo de que el Estado no pueda pagar jubilaciones para todos.
Además, sobre las políticas de control de la población pesa el estigma de las teorías de Thomas Malthus, cuyas predicciones sobre hambre, enfermedad y muerte por el crecimiento de la población quedaron obsoletas por el comienzo de la agricultura mecanizada para alimentar a miles de millones de personas.
En las discusiones sobre el clima, 37 países desarrollados ya han incluido el tema de la demografía en sus planes nacionales contra el calentamiento del planeta.
Sin embargo, muchos expertos no son favorables a que el tema se trate en la cumbre de Copenhague, sosteniendo que ya será duro lograr resultados por lo que lo mejor es no plantear un tema tan controvertido como el de la población.