Los líderes de las naciones del oeste africano se dirigían hoy a una reunión cumbre especial en Costa de Marfil para debatir la situación de Malí, donde una intervención militar encabezada por fuerzas francesas para combatir a extremistas islámicos entraba en su segunda semana.
Se anticipa que las naciones vecinas contribuirán con unos 3 mil soldados a la operación en Malí, destinada a impedir que los milicianos sigan avanzando hacia el sur en dirección de la capital Bamako.
Aunque han llegado aportes iniciales de Togo y Nigeria, algunas preocupaciones sobre la misión han demorado el envío de otras fuerzas prometidas.
«Ninguna nación en el mundo, ninguna región del planeta estará a salvo» si se permite la anarquía en la zona, advirtió el presidente de Costa de Marfil, Alassane Ouattara, quien instó a que los vecinos de Malí colaboren para erradicar el terrorismo.
Charles Koffi Diby, canciller de Costa de Marfil, dijo que los vecinos de Malí «enfrentan el peso de nuestra responsabilidad para conducir y coordinar las operaciones militares en Malí».
En la reunión del sábado, la cuestión central será establecer un comando central para la fuerza africana, dijo un funcionario francés con la condición del anonimato por no estar autorizado a discutir públicamente la situación.
Se cree que el general nigeriano Shehu Usman Abdulkadir será designado comandante de la fuerza.
A medida que la intervención militar entraba en su segunda semana, las fuerzas de Malí recapturaron la ciudad de Konna, cuya captura a manos de los extremistas había suscitado la acción francesa, dijeron funcionarios de Francia y de Malí. Sin embargo las líneas telefónicas estaban cortadas con esa ciudad y era difícil confirmar la situación.
Francia dijo que mantenía la presión en torno de otra ciudad clave, Diabaly, que fue capturada por los islamistas el lunes.
Los franceses han rodeado Diabaly para cortar suministros a los extremistas, dijo un funcionario francés que habló con la condición de no ser identificado.
Malí disfrutó en el pasado la reputación de ser una de las democracias más estables del África Occidental, donde la mayoría de sus 15,8 millones de habitantes practican una forma moderada del Islam.
La situación cambió en marzo después que un golpe militar en la capital creó caos y confusión que permitieron a los extremistas islamistas apoderarse de las principales ciudades en el norte distante.
La agencia de refugiados de las Naciones Unidas dijo el viernes que la lucha en Malí podría obligar hasta a 700 mil personas a huir de sus hogares en los próximos meses.