Lí­deres se entregan


Una manifestante queda herida tras los enfrentamientos en Bangkok. FOTO LA HORA: AFP Nicolas ASFOURI

«Vamos a canjear nuestra libertad por vuestra seguridad. Hicimos todo lo que pudimos», afirma Nattawut Saikuar, uno de los lí­deres de los manifestantes tailandeses, llamando a sus seguidores a dispersarse antes de que sus dirigentes se entreguen a las autoridades.


«Ponemos fin a las manifestaciones», lanza Nattawut, dirigiéndose a varios miles de «camisas rojas» congregados ante el principal estrado instalado en el elegante barrio turí­stico y comercial de Bangkok que los manifestantes ocupaban desde principios de abril.

«Sé que esto es inaceptable para algunos de vosotros y que algunos no quieren oí­rlo, pero no podemos resistir más», agregó.

Los opositores «camisas rojas» habí­an lanzado su movimiento a mediado de marzo para reclamar la dimisión del primer ministro Abhisit Vejjajiva y elecciones legislativas anticipadas.

Desde entonces, han muerto unas 70 personas y más de 1.700 han resultado heridas.

«Mis compañeros y yo vamos a entregarnos a la oficina de la policí­a nacional. Sé que os hace sufrir. A algunos os deja sin palabras. Pero no queremos más muertos», agregó Jatuporn Prompan con lágrimas en los ojos.

Poco después de este anuncio, un periodista de la AFP en el lugar vio como los manifestantes comenzaban a abandonar la zona, mientras la violencia proseguí­a cerca de allí­.

Nattawut y al menos otros tres dirigentes de las protestas se dirigieron hacia la Oficina de la Policí­a Nacional donde se entregaron a las autoridades.

El cese del movimiento estuvo provocado por un asalto militar lanzado durante la mañana. El ejército tailandés envió varios tanques y cientos de soldados al campamento rojo tras haber abierto una brecha en una barricada de neumáticos, bambúes y alambradas.

En los enfrentamientos que estallaron entre los «camisas rojas» y las fuerzas del orden murieron cinco civiles, entre ellos un periodista italiano que recibió un disparo en el abdomen, según la policí­a. Al menos otro reportero, de nacionalidad holandesa, resultó herido, aparentemente de gravedad.

«Moriré aquí­, reclamo justicia desde hace mucho tiempo, la he reclamado toda mi vida», habí­a afirmado Thanarat Oad-rem, de 45 años, encaramado a una barricada, antes del llamado a la dispersión.

«Lucho por la democracia, por mis amigos que murieron», agrega otro manifestante, Sirasa Raungrut, de 52 años, que viajó a Bangkok desde Chiang Rai, en el norte del paí­s.

Ante el peligro creciente, otros habí­an optado por partir cuando el ejército comenzaba su asalto final. «Es peligroso, me voy», afirmaba una mujer que llevaba de la mano a un niño pequeño.

Durante la tarde se declararon varios incendios en la capital tailandesa, en particular en la Bolsa y en el mayor centro comercial de Asia, el Central World, cerrado desde hace varias semanas.

Una vez terminada la operación militar, el ministro de Defensa tailandés, Prawit Wongsuwon, anunció un toque de queda en Bangkok desde las 20H00 locales (13H00 GMT) hasta las 06H00 del jueves.

«Esperamos que la gente vuelva a sus casas y vamos a ocuparnos de los que causan los disturbios», aseguró.