Líderes perversos


EDUardo-Blandon-2013

Cada comunidad parece producir de vez en cuando líderes incómodos, esos personajes que ejercen el poder de manera despótica y que hacen daño en el lugar donde habitan.  Usted los puede ver en un pequeño barrio, un residencial, un partido político y hasta como gobernantes.  Los ejemplos son abundantes.

Eduardo Blandón


Hace años trabajé en proyectos para asentamientos y áreas marginales y casi no hubo lugar en donde no me encontrara con líderes negativos, aves de rapiña incómodos para las comunidades.  Son una especie de cáncer que carcome los grupos y amargan la existencia de grupos enteros.  Suelen ser líderes natos, con capacidad dialéctica, cualidades de persuasión, manejo de masas y expertos comunicadores.  Todo usado en perjuicio, con propósitos claros de hacer el mal.

Pero no todo termina aquí.  En los municipios se pueden ver casos ejemplares de líderes dañinos: los alcaldes son paradigmáticos.  Veamos por ejemplo el caso de Chinautla.  Arnoldo Medrano es un estratega político que bien merece ser estudiado más allá de pasiones ideológicas.  Su capacidad de manipulación, su frialdad en la ejecución de sus cálculos, su marrullería, son características que lo han catapultado en esa área geográfica.

No se trata de canonizar esas figuras.  No son personas a imitar.  Son pústulas que se desarrollan en el seno de las comunidades que ponen en peligro su salud.  Pensemos en el caso de Presidentes incómodos: Somoza en Nicaragua o Trujillo en República Dominicana.  Fueron personajes malos, dañinos, que generaron muerte y expoliaron sus países.

En la actualidad continúan habiendo innombrables.  Berlusconi en Italia es modelo de lo que escribo.  Putin, en Rusia.  Bashar al-Asad en Siria.  Los nombres pueden surgir a granel.  El punto en el que confluyen es en su capacidad para generar el mal.  Son arquitectos de la maldad, maestros en la manipulación y fuente inagotable de avaricia.  Su dominio termina solo con la fuerza, algunos de ellos con su muerte.

Creo que no hay forma de vacunarse contra esos líderes de pacotilla, pero es importante aprender a reconocerlos para cortarles las alas desde el inicio.  Cuando crecen y tienen mucho poder es demasiado tarde.  ¿Recuerda a Hitler o Stalin?  Pongamos nuestra barba en remojo.