El líder del Partido Democrático le retiró su apoyo al primer ministro Enrico Letta, por lo que es prácticamente imposible que éste permanezca al frente del gobierno.
Matteo Renzi, líder del Partido Republicano y alcalde de Florencia, dijo hoy a la agrupación que es hora de «un cambio radical» en Italia, al pedirle a los militantes su apoyo para poder encabezar un gobierno que implemente reformas electorales y económicas.
Para que ello suceda, Letta deberá renunciar, y el presidente italiano tendrá que pedirle a Renzi que forme una nueva coalición que tenga mayoría en el parlamento.
Horas antes, Renzi había convocado a una reunión para decidir si esta fuerza de centro izquierda retiraba su apoyo al frágil gobierno de coalición de Letta.
Desde que fue elegido titular del partido, Renzi ha cuestionado la dirección política de Letta, al que acusa de falta de acción.
De salirse con la suya, Renzi podría ser encargado de formar un nuevo gobierno, aunque para ello debería ganar una votación de confianza en ambas cámaras del Parlamento.
«Creo que Italia se dirige hacia un nuevo gobierno de Renzi», afirmó Giovanni Orsina, subdirector de la escuela de gobierno en la Universidad LUISS de Roma. «Por supuesto está por verse si será un gobierno más firme y estable que el de Letta».
Letta intentó el miércoles mantenerse en el poder y destacó que ha habido indicios de mejora económica en Italia desde que asumió el cargo hace diez meses. Agregó que la economía muestra indicios de crecimiento después de años de contracción y que la elevada deuda pública ha empezado a declinar por primera vez en seis años.
Aunque los observadores consideran que un gobierno de Renzi podría acelerar las reformas, también se arriesga a alienar el partido de centro derecha de Silvio Berlusconi, un factor influyente de la oposición.
«Una de las cuestiones más espinosas que vemos es la reacción de Forza Italia, de Berlusconi, que se opone a un gobierno encabezado por Rienzi», opinaron las analistas Chiara Corsa y Loredana Federico, de Unicredit.
Los inversionistas parecían imperturbables ante la intensificación de la discordia política.
Letta recibió el encargo de dirigir un gobierno de coalición integrado por enconados rivales después que no hubo un ganador claro en las elecciones del año pasado.