Libres de túmulos, pero no de pilotos insensatos


Eduardo-Villatoro-2014

No estoy brincando de alegría, pero sí me complace que el Congreso haya promulgado un decreto de impacto nacional y de  trascendencia continental, como jamás había ocurrido en la espectacular historia de la actual legislatura, porque los honorables diputados decidieron poner fin a la plaga de obstáculos que entorpecen el tránsito normal de vehículos automotores en las carreteras principales y secundarias de la geografía guatemalteca, que son más conocidos con el vulgar y resonante nombre de túmulos.

Eduardo Villatoro


Esos “topes”, como se le denominan en el sur de México, ya forman parte de nuestro precioso entorno,  dejarán de existir dentro de un tiempo prudencial, tan pronto como el titular del Ministerio de Comunicaciones pueda exhibir su blanca dentadura ante las cámaras de los diarios impresos y los canales de televisión, aseverando que es otro logro de su gestión administrativa.

   Cuando se aplique la Ley para la Circulación por Carreteras Libres de Cualquier Tipo de Obstáculos, el ministro Alejandro Sinibaldi tendrá la oportunidad de lucirse ante sus atónitos seguidores como un funcionario que es capaz de destruir mitos, artificios, simbolismos y cualquier otra figura real o imaginaria que presuponga impedimentos a su carrera que lo conduzca hacia la Gran Silla en el Palacio Nacional de la Cultura. 

   No se trata de un montonón de pisto para destruir los miles de túmulos diseminados en todas las vías en las que transitan cómodas camionetas canasteras, modernos camiones cañeros manejados por afables choferes, modestos automóviles en los que se acomodan padres de la patria, o rugientes motocicletas en las que van encaramados hasta cuatro personas integrantes de una familia campesina.

   Sólo se busca conseguir unos Q55 miserables millones para financiar la ejecución de esa heroica tarea parlamentaria, pero a los legisladores se les habrá olvidado complementar la nueva normativa, con reglas claras y contundentes respecto a que los pilotos aminoren su marcha en las carreteras y disminuyan la velocidad al aproximarse a poblaciones, escuelas y hospitales, para evitar tragedias cuyas víctimas suelen ser desaprensivos peatones, además de los pasajeros.

   (El PMT Romualdo Tishudo insiste en decirle a un ciclista: -¡No! La raya blanca en medio de la pista no es para que allí circulen bicicletas y  motos).