Recién se firmó el Acuerdo de Asociación entre Centroamérica y la Unión Europea -UE-. Un tratado con un componente de diálogo político y otro de cooperación, pero principalmente un acuerdo comercial, equiparable al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos -EE. UU.-, en tanto busca iguales concesiones, amparados en la cláusula de Nación Más Favorecida, de la Organización Mundial del Comercio -OMC-, y con similares asimetrías entre las partes firmantes.
Los funcionarios de las dos regiones señalaron que estiman que Centroamérica eleve sus exportaciones a 2,600 millones de euros al año y la UE en torno a 2,400 millones al año. Expectativas similares se tenía con la balanza comercial con EE. UU, al firmar el DR-CAFTA (TLC con EE. UU.). Lo cierto es que en 2009 el déficit comercial con EE. UU. alcanzó los US$1,267 millones, monto mayor al que se tuvo en 2006 cuando se empezó el convenio. Al momento, el déficit comercial con la Unión Europea, según el Banco de Guatemala es de US$320 millones.
Lo que da pena es que los negociadores de estos acuerdos comerciales no aprenden de sus errores, porque en realidad no se han dado cuenta que se han equivocado. La apertura al maíz, grano esencial de la dieta nacional, y actividad económica fundamental para cientos de miles de campesinos guatemaltecos, se vino abajo con la entrada del maíz subsidiado del norte. Ahora se depende de las importaciones, y los precios están sujetos a las especulaciones de las bolsas de valores y de las crisis de precios que atraviesa ese país.
Ahora liberan los aranceles de los lácteos, desoyendo a ese sector y su preocupación de que ese acuerdo les traería perjuicio. Y es que en realidad en el sector lechero no hay solo grandes empresarios, también hay empresas medianas. Pienso también en el queso de chancol – que se produce en Quiché, y que antes de ser una oportunidad para ese grupo, ya tiene la competencia europea con el queso maduro ingresará.
Más penoso es saber que las inversiones europeas en materia de servicios, aunado a la recién aprobada Ley de Alianzas Público-Privadas, no representan un riesgo de privatización de servicios públicos, porque la realidad es que ya no hay nada que privatizar.
Cuánto quisiera poder decir que nos queda por defender una empresa de telecomunicaciones o de electricidad como en Honduras y Costa Rica, o un PEMEX (Petróleos de México), o unas Aerolíneas Argentinas. En Guatemala no queda nada más que privatizar.
Y mientras en Guatemala entregamos nuestros bienes públicos y nos abrimos a las mercancías extranjeras, esperando poder exportar las nuestras, a nuestros ciudadanos y ciudadanas que abandonan el país (precisamente como resultado de este modelo económico fallido) les cierran las puertas para trabajar en Europa y Estados Unidos.
Nuestra clase política no solo no tiene capacidad de defender nuestra soberanía alimentaria, y los bienes públicos, sino además no es capaz de abogar por los migrantes que cada vez más son expulsados por el delito de haber salido a buscar el trabajo que aquí no encontraron. Ojalá tuvieran la valentía de negociar libre circulación de mercancías a cambio de libre circulación de personas.
Finalizo enviando mi solidaridad y mis muestras de respeto a los migrantes centroamericanos en EE. UU., que están luchando por la dignidad de nuestros connacionales y protestan y hacen boicot a la Ley Antiinmigrante aprobada en Arizona. Mi sincero agradecimiento por ser ejemplo de dignidad. Sigan adelante.