El 40 aniversario de la llegada al poder de Muammar Kadafi, que se celebra esta semana, pone en aprietos a los países europeos que quieren normalizar relaciones con un país rico en petróleo y gas pero, al mismo tiempo, evitan un excesivo acercamiento a un antiguo paria de la comunidad internacional.
A pocos días a las celebraciones, el dilema sobre la asistencia oficial de representantes de gobiernos occidentales a los festejos planea en el panorama internacional.
La sombra de Abdelbaset Ali Mohamed al-Megrahi, condenado por el atentado en 1988 de Lockerbie (270 muertos) y liberado la semana pasada por las autoridades Escocia por razones médicas, condiciona fuertemente la decisión de asistir o no tras el recibimiento triunfal que le dedicaron en Libia.
Las autoridades libias confirmaron por su parte la asistencia del presidente francés Nicolas Sarkozy así como del presidente y del primer ministro ruso Vladimir Putin y Dimitri Medvedev, lo que fue desmentido rápidamente por los mismos interesados.
Lo mismo ocurrió con la participación de los reyes de España, anunciada por Libia.
En cambio, será el ministro de Relaciones Exteriores español, Miguel Angel Moratinos, quien asistirá a la ceremonia que se celebrará en Tripoli, según fuentes diplomáticas españoles.
También estará el presidente venezolano Hugo Chávez, una visita anunciada igualmente por Libia junto con la de «unos 50 jefes de Estado africanos».
«Este aniversario revela las contradicciones de los países occidentales. El cinismo político los lleva a coquetear con Kadafi pese a que la opinión pública de sus países lo considera una persona que no se debe frecuentar», dijo Antoine Basbous, del Observatorio de los Países írabes.
«El camino de Trípoli se convirtió en un destino muy concurrido. La rehabilitación de Kadafi hoy en día es total (…) Después de haber dado prueba de amistad sobre las armas de destrucción masiva y el terrorismo a nivel internacional, se lavó de todo pecado mientras en su propio país está completamente desacreditado», comentó el experto.
Para Basbous los países europeos compiten por seducir a Libia y sobre todo sus enormes yacimientos de petróleo y gas.
«El campeón de la seducción es (Silvio) Berlusconi, seguido por Tony Blair (ex-primer ministro inglés)», observó.
El multimillonario jefe de gobierno italiano llegará ayer a Tripoli para conmemorar el primer aniversario de la histórica firma del Tratado de Amistad entre los dos países.
Con ese Tratado se intentó cicatrizar las heridas del pasado con las solemnes disculpas de Italia por el periodo de la colonización en Libia (1911-1942) y una indemnización de 5 mil millones de dólares repartida en 25 años.
Ante las críticas de la izquierda por la visita de Berlusconi, varios ministros de su gobierno tuvieron que salir a defender su decisión, aunque anunció que no asistirá a las celebraciones oficiales de mañana.
Después de la visita a Francia en diciembre de 2007, el líder libio fue recibido con gran pompa en junio pasado por Italia, lo que generó fuertes polémicas internas pese a las promesas de inversiones millonarias.