Libertad, dicen


«La necedad de vivir sin tener precio».

Silvio Rodrí­guez, trovador cubano

Raya en lo ridí­culo la reacción de ciertos sectores, principalmente la del empresariado guatemalteco organizado en el CACIF, ante la decisión del Gobierno de otorgar la Orden del Quetzal al ex mandatario cubano Fidel Castro.

Ricardo Marroquí­n
rmarroquin@lahora.com.gt

«(…) Es obligación del gobierno priorizar sus esfuerzos y actuaciones en el campo internacional, de manera que nuestro accionar nos muestre como un paí­s comprometido con la vida, la libertad, el respeto a la propiedad privada, la autodeterminación de los pueblos, la libertad de expresión, la democracia y los derechos humanos», dice el campo pagado del CACIF.

¿Cuál es la concepción de la libertad que pregonan las élites económicas de nuestro paí­s? Nada más y nada menos que la libertad de la publicidad que construye un mundo de exhibición en donde nadie es ciudadano, únicamente consumidor. Ellos, son los que defienden aquella libertad que les permite acumular tierras y riqueza, a saciarse hasta el empacho mientras en Guatemala uno de cada dos niños presenta desnutrición crónica.

Defienden esa concepción de la libertad que tanto les gusta exponer pero que no alcanza para todos, porque para que ellos la disfruten es necesario condenar a la mayorí­a de la población a la pobreza y la pobreza extrema.

Además, intentan mostrarnos a la isla como una enorme prisión en donde la población se encuentra en miseria. No faltó la propuesta de otros sectores de dedicar el galardón al pueblo cubano «que tanto sufrimiento ha soportado durante 50 años». No cabe duda que una mentira repetida mil veces termina por parecer verdad.

Si bien es cierto que Fidel ha sido una de las personalidades más influyentes para la región latinoamericana desde que lideró el movimiento revolucionario que permitió la instauración del sistema socialista en la mayor de las Antillas, el pueblo cubano es también protagonista y constructor de la Revolución.

«La escandalosa mortalidad infantil, el analfabetismo, los sin techo, los sin trabajo, los sin cuidado sanitario, los mendigos, los niños de la calle, los barrios de chozas, las drogas, la criminalidad y toda clase de delincuencia? Fenómenos desconocidos o casi inexistentes en Cuba», es una de las descripciones más sucintas que nos ofrece Ignacio Ramonet sobre la verdadera situación de la isla.

Más allá de las consideraciones sobre lo acertado o no de otorgar la Orden de Quetzal a Fidel, lo interesante del asunto es ver cómo el ejemplo de la tenacidad y el compromiso de Cuba por la dignificación del ser humano todaví­a asusta a nuestras clases pudientes. ¿Tanto miedo les da que dudemos por un momento de la concepción de la libertad que nos ofrecen?