La violencia asesina, los francotiradores escondidos en los techos y los combates entre sunitas y chiitas despertaron a los demonios de la guerra civil en Líbano, pero podrían también obligar a la clase política a retornar al diálogo para evitar lo peor.
Mientras las escenas de disturbios aumentaban el jueves en los barrios musulmanes de Beirut, los principales dirigentes, sunitas de la mayoría antisiria y chiitas de la oposición, llamaron a sus partidarios a retirarse de las calles.
«Es el momento de volver al diálogo, el momento ideal para los jefes de la oposición en particular, de decir a sus bases que se retiren para iniciar un diálogo», subraya Sami Salhab, profesor de derecho internacional.
Aumentan los contactos políticos en busca de una solución de una crisis que no cesa de agravarse desde la renuncia, a mediados de noviembre, de los cinco ministros representantes de la comunidad chiita, lo que que provocó esta semana la escalada de la violencia confesional.
El martes, la huelga general organizada por la oposición para reclamar la caída del gobierno de Fuad Siniora, un derecho de veto al gabinete y elecciones anticipadas, fue caracterizada por sangrientos combates que volvieron a cambiar las líneas del frente en los barrios cristianos de Beirut.
Aún más violentos, los disturbios que opusieron el jueves a los jóvenes militantes pro y antigubernamentales en el barrio de la Universidad árabe, se volvieron combates entre sunitas y chiitas.
La intensidad de los combates y los métodos utilizados causaron pánico y recordaron a la pesadilla de la guerra civil (1975-90): francotiradores escondidos en los techos, hombres armados y enmascarados levantando barreras para controlar la identidad y cruce de disparos de armas de fuego.
Esos dos días causaron siete muertos y unos 300 heridos en el país.
El regreso al diálogo «debe ser de inmediato para evitar la guerra civil. En tres o cuatro días, la ocasión habrá pasado y estaremos de nuevo en una fase de fragilidad», advirtió Salhab.
Pese al bloqueo total de las instituciones desde hace dos meses y medio –pues la oposición no reconoce ya la legitimidad del gobierno acusado de acaparar el poder–, los contactos políticos parecen haberse reanudado en los últimos días.
Tales contactos habrían hecho posible una intervención masiva del ejército y el regreso a la calma en Beirut, que estuvo en toque de queda de jueves a viernes.
La solución de la crisis dependerá en parte de los contactos regionales en curso, mientras que Arabia Saudita, poderoso aliado árabe del gobierno de Siniora, sigue sus concertaciones con Irán.