A principios de la semana anterior, un amigo de la familia que se dedica al ramo de la construcción y a quien llamaré Noé, lo ingresaron de urgencia a un hospital privado, porque súbitamente enfermó de gravedad, temiéndose por su vida. El primer diagnóstico de los médicos era sumamente desalentador; pero después de descubrir las causas patológicas, le aplicaron el tratamiento apropiado y lograron recatarlo de la muerte.
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  Noé es una de los pocas personas afectadas por una extraña e intempestiva infección que logra sobrevivir a una rara enfermedad causada por una bacteria muy poderosa que es capaz de matar en el transcurso de 48 horas a quienes afecta, generalmente quienes beben cervezas, aguas gaseosas, jugos y otros líquidos, directamente de los envases de lata.
   Hace varios años publiqué un artículo basado en una investigación del investigador Fabio López Olivares, especialista del Citología Vegetal, del Centro de Biociencias y Biotecnología de la Universidad Fluminense, de Brasil, quien dio a conocer diversos casos de personas que habían fallecido a causa de beber sodas o cervezas en lata, sin previamente limpiar meticulosamente la orilla del pequeño recipiente.
  Como es fácil de comprender, las latas que contienen aguas gaseosas, cervezas y jugos son trasportadas por medio de furgones desde las fábricas donde las producen hasta diversos destinos, y luego son colocadas en grandes bodegas donde abundan toda clase de bichos, especialmente ratas, así como ocurre en los depósitos de supermercados y en las trastiendas de abarroterías, restaurantes, bares y cantinas.
  Las ratas cunden esos sitios y expelen sus orinas sobre los paquetes o cajas de bebidas, entre otros productos, y ese líquido nauseabundo contiene sustancias tóxicas y letales, especialmente leptospiras, que es la que, precisamente, causa la enfermedad conocida como leptospirosis, cuya bacteria, como queda apuntado, es tan poderosa que puede causar la muerte de cualquier persona en el curso de 48 horas, por falla renal irreversible.Â
  Según investigaciones realizadas, la tapa de una lata de soda o cerveza puede estar más contaminada que un baño público, y como la cantidad de gérmenes y bacterias son tan abundantes, es imprescindible lavar con agua y detergente la parte superior del envase, antes de tomar la bebida, aunque lo mejor es verter el líquido en un vaso o utilizar una pajilla. En el caso de Noé, fue tratado de inmediato y con eficiencia, pues de lo contrario no estaría contando el cuento.
  (El médico le dice al ingeniero Romualdo Tishudo, de la tercera edad: -Si dejara de beber cerveza y licor podría llegar a los 80 años de edad. El anciano replica: -¡Habérmelo dicho antes, tengo 85!).