Lento, slow, dull


Rosana Montoya, A-1 397908, rosana.montoya@yahoo.com

Es evidente, que para los norteamericanos la palabra, slow, lento en español, no necesariamente se traduce en ese sentido, sino tiene una connotación, que insinúa una descalificación mental, debajo de lo que para ellos es el estándar de normalidad aceptable en el ser humano.  Pensamientos que nos llevan de inmediato a otra dimensión, a otra esfera, a otro estrato racial, fuera de nuestros lí­mites tercermundistas.  Es posible que jamás hayamos pensado que alguien más, fuera de nuestra misma raza indí­gena, percibiera desde lejos la condición mental de nuestro actual gobernante, con esto no quiero decir que los indí­genas, hayan pasado inadvertidas las limitaciones del mandatario.  De golpe y porrazo, WikiLeakes, nos describe una realidad al desnudo.  El Presidente está descalificado para gobernar, tiene impedimento mental.  Y nosotros sin habernos enterado de una realidad tan obvia.  De pronto recordamos que para transar con traficantes de tóxicos, para eso si le funciona el cerebro, que son los mismos de la alta sociedad, pertenecientes a la corruptela que lo subieron al poder.  Entonces en  que pie estamos parados.  Descifro que, el Señor Presidente de la República de Guatemala, entregó su patria, a la total corrupción en todos los sentidos amplios de la palabra; a cambio de una estabilidad polí­tica; aunque, el Presidente, se haya esmerado en insistir una y otra vez, como disco rallado, acerca de la presunta desestabilización que sufre de parte de la sociedad civil, a sabiendas que miente, porque tiene asegurada su plácida estadí­a en el Ejecutivo, sin mover un dedo, menos en haberse empeñado en trabajar, tan siquiera una hora, durante tres años de gobierno a la fecha.  Ahora, también es cierto que la traducción de la palabra, dull, nos dice el diccionario inglés-español que significa:- Lento para aprender o entender- ese renglón nos corresponde al resto de guatemaltecos, que no queremos entender, menos aprender, la temática del sistema electoral, que beneficia a una pequeña minorí­a, y nos crucifica al resto.  Cada pueblo tiene el gobernante que se merece.  Mientras no espabilemos seguiremos unidos a la corrupción sin esperanza de retorno.