Aunque se ignora quién asesinó al ministro de Industria libanés Pierre Gemayel el martes, su muerte amenaza con desencadenar un «efecto dominó» en Oriente Medio.
Este hecho debilita cualquier posibilidad de paz, vuelve a colocar a Siria y a Hezbolá en el bando de los acusados y puede suponer otro traspié para Estados Unidos en Irak.
El atentado que terminó a los 34 años con la vida del heredero de una de las mayores dinastías políticas del país, de confesión cristiana maronita, evidencia la volatilidad en la región y la falta de claridad de Occidente sobre cómo empezar a trazar un plan de paz, estiman analistas.
El asesinato del hijo del ex presidente Amin Gemayel, perpetrado por desconocidos que frenaron su automóvil y lo acribillaron a balazos, abrió también una gran interrogante sobre la idea de involucrar a Siria y a Irán en los esfuerzos por pacificar Irak, sugerida inicialmente por Gran Bretaña, que comenzaba a cobrar fuerza en algunos sectores de Estados Unidos.
El presidente estadounidense, George W. Bush, llamó por teléfono al primer ministro libanés Fuad Siniora tras el atentado y le comunicó su intención de «apoyar la independencia libanesa contra la injerencia de Irán y de Siria», indicó el Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca.
La muerte de Gemayel tuvo lugar un día después de la aprobación de un tribunal especial para juzgar a los sospechosos del asesinato del ex primer ministro libanés Rafic Hariri en 2005, entre los que figuran funcionarios sirios.
«El asesinato de Gemayel es una batalla más de la guerra entre el eje Irán-Siria y el gobierno pro estadounidense, y creo que los sirios están tratando de detener a cualquier precio el tribunal internacional» sobre Hariri, dijo Usama Safa, director del Centro de Estudios Políticos del Líbano, con sede en Beirut, consultado.
A corto plazo, Siria «puede haber perdido un poco» al frenar el plan de la oposición de paralizar al país, pero a largo plazo elimina del mapa a un líder joven y emblemático, y priva al gobierno de mayoría, destacó.
Sin embargo, otros expertos advierten que aún no hay un responsable oficial del asesinato y piden no apresurarse a culpabilizar a Siria.
El atentado «vuelve a colocar a Siria en el bando de los acusados» y debilita al movimiento chiíta libanés Hezbolá, apoyado por Damasco e Irán, señaló Barah Mikail, experto en Medio Oriente del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS) de París.
«Siria se está acercando a Occidente y esto molesta a la clase política libanesa», advirtió por su parte Judith Cahen, del Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFRI).
Siria y Hezbolá niegan haber asesinado a Gemayel y aseguran que son los más perjudicados por su muerte.
Paradójicamente, el asesinato de Gemayel «ha permitido al gobierno retomar la iniciativa, le ha permitido ganar autoridad moral» tras la reciente renuncia de seis ministros de Hezbolá y sus aliados que lo dejaron al borde del colapso, estimó Safa.
Sin embargo, al acabar con «un gran pilar de apoyo, también le ha infligido un golpe devastador», acotó.
Cientos de miles de libaneses asistieron al funeral de Gemayel ayer, donde reclamaron a gritos la renuncia del presidente pro sirio Emile Lahud y lanzaron consignas contra Siria, Hezbolá y sus aliados.
Entre tanto Israel, otro de los opositores de este acercamiento a Siria, que insiste en una solución bilateral a su sangriento conflicto con los palestinos en vez de la salida diplomática global propuesta por Blair, no ha podido frenar los disparos de cohetes desde la franja de Gaza pese a incesantes ataques que han dejado cientos de muertos en las últimas semanas.
Los enfrentamientos en Gaza pueden empeorar próximamente, anticipan los expertos.
La guerra de Israel contra Hezbolá en julio y agosto también «otorgó involuntariamente una enorme popularidad a la milicia libanesa en todo el mundo árabe», que Hezbolá pretende cosechar forzando al gobierno a otorgarle más influencia en el gabinete, indicó Cahen.
El frágil gobierno iraquí, liderado por un sunita, reanudó esta semana relaciones diplomáticas con Siria y este sábado enviará a su presidente a Irán, que pretende embanderarse como el gran líder regional.
«Irán tiene la visión estratégica de colocarse como poder regional (…) Asistimos a la creación de un arco de influencia chiíta que va desde el oeste de Afganistán, pasando por Irán, Irak, Siria y Líbano», dijo Franí§ois Zabbal, escritor y filósofo libanés experto en el mundo árabe, que vive en París.