Legislativas anticipadas por crisis polí­tica


Moldavia, una ex república soviética tironeada entre sectores prorrusos y proeuropeos, celebra mañana legislativas anticipadas para tratar de salir de una grave crisis polí­tica.


El paí­s celebró elecciones el pasado mes de abril, pero el presidente comunista Vladimir Voronin tuvo que disolver la asamblea recién elegida en junio, a falta de un acuerdo entre su partido y la oposición para la elección de su sucesor en el Parlamento.

Casi 2,5 millones de electores moldavos estarán habilitados para elegir entre ocho partidos. Además del Partido Comunista (PC), cuatro formaciones polí­ticas de la oposición podrí­an superar el 5% necesario para entrar al Parlamento.

Los analistas y los sondeos sitúan a los comunistas en la cabeza, pero sin los escaños suficientes para poder elegir solos al sucesor de Voronin, quien debe ceder el puesto después de cumplir dos mandatos (2001-2009).

Durante los pasados comicios del 5 de abril, el PC logró más de la mitad de los votos, lo cual provocó manifestaciones espontáneas dos dí­as después de las elecciones que degeneraron en disturbios, durante los cuales se saquearon el Parlamento y la sede de la presidencia, sin que interviniera la policí­a.

El gran riesgo es ahora el de un bloqueo polí­tico en un paí­s dividido entre una juventud urbana hostil al poder y una población mayor y fiel a los comunistas.

«Esta brecha existe y existirá durante mucho tiempo, todo dependerá de los esfuerzos de la élite polí­tica para cerrarla», indica Igor Botsan, quien dirige la Asociación para la Democracia Participativa.

Una coalición parece por lo tanto obligatoria, y los comunistas han dado un primer paso al declararse favorables a una alianza con sus opositores pero con condiciones.

Un gesto necesario para el PC, que quedó debilitado por la disidencia del ex presidente del Parlamento, el comunista reformista Mirian Lupu, quien se sumó a las filas del Partido Democrática y aboga por una gran coalición.

«El PC entiende que su popularidad se reduce y que una salida a la crisis pasa por una coalición. Al final, todos los partidos lo admitirán», estima Botsan.

Tras una campaña muy activa y una serie de debates televisivos, tres partidos de oposición se oponen sin embargo a todo diálogo con los comunistas y su tránsfuga.

Pero un compromiso polí­tico parece necesario en este paí­s considerado como el más pobre de Europa y confrontado a los efectos de la crisis económica mundial.

«La capacidad financiera de Moldavia -el pago de los salarios, de las jubilaciones, de las pensiones y de la deuda externa- no estarán aseguradas hasta que el Parlamento funcione, el presidente sea elegido y el gobierno formado, en un mes como máximo», advirtió el primer ministro, Zinaida Greceanii.

Las cuestiones diplomáticas también son claves en estas elecciones. Todos los partidos se declararon a favor de una integración europea. El PC optó por una lí­nea prorrusa creciente, tras haber defendido también el acercamiento a Europa.

Chisinau acusa ahora a Rumania -miembro de la UE y puerta a Europa para numerosos moldavos- de haber fomentado los disturbios, lo cual enfrió la relaciones entre ambos paí­ses, pese a su historia e idioma común.

El presidente rumano, Traian Basescu, avivó el fuego al decir que esperaba que «la oposición al actual gobierno obtuviera un mejor resultado tras el 29 de julio».

La Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) desplegarán unos 200 observadores para seguir el escrutinio y ya ha señalado que quedaban progresos por cumplir para garantizar la transparencia.

«Para superar la evidente ausencia de confianza entre las fuerzas polí­ticas en el seno de población, son absolutamente vitales mejoras adicionales al proceso electoral», sostuvo el lunes el coordinador de la misión, Petros Efthymiu.