En los Estados Unidos el narcotráfico, la venta y consumo de drogas prohibidas es tan grande que si se lograra cuantificar lo que en dinero la misma conlleva, sería más grande que el Producto Interno Bruto de cualquier país de América Latina, como Brasil, México, ya no digamos, mucho más grande que la suma del Producto Interno Bruto de Centroamérica, Panamá, República Dominicana, Colombia, Venezuela y Ecuador juntos.
jfrlguate@yahoo.com
Si ese comercio se pudiese gravar como se grava el alcohol y el tabaco, los impuestos que pagarían serían diez veces superiores a lo que los dos productos o drogas permitidas generan en impuestos, lo mismo sucedería en todos los países de América Latina.
El narcotráfico tiene tal envergadura económica, y los norteamericanos lo saben aunque no lo quieren admitir públicamente, que ha venido a trastocar el sistema constitucional y las leyes existentes en todos los países. Esta producción, transporte y consumo produciría más impuestos que todas las exportaciones de cualquiera de nuestros países.
Por ello si se continúa con la corriente de perseguir la producción y venta de estas drogas, debería sin duda alguna llevarse una detallada contabilidad de cuántos de nuestros impuestos se invierten en esa lucha, cuánto nos cuesta el recurso humano y cuánto le significa a las familias y a la sociedad las muertes, los heridos y demás ciudadanos afectados por ese mercado y en base a esos números fríos y exactos comprobaríamos que más de una tercera parte de los impuestos que pagan los guatemaltecos se está destinando a combatir el narcotráfico.
Incluso podemos decir que nuevamente los intereses de quienes manejan la política internacional norteamericana nos están obligando a pagar su lucha, a poner en riesgo la vida de quienes directa o indirectamente son los muertos que aparecen como resultado del narcotráfico, razón por la cual se vuelve a repetir el caso de la guerra fría, donde los intereses norteamericanos nos daban las balas para que nosotros pusiéramos los muertos.
Como padres, abuelos, hombres y mujeres conscientes no deseamos ningún peligro, ningún daño para nuestros seres queridos, nuestra familia y nuestra sociedad; por consiguiente, igual que en California se sometió a una votación legítima, sí se permitía el consumo, la tenencia y la producción de marihuana, porqué los guatemaltecos no tenemos el mismo derecho a opinar si se legaliza o no ese detestable tráfico y con ello decidir cuál es el mal menor.
Adicionalmente a todo lo expresado, los diputados al Congreso de la República, en el análisis y discusión para una consulta popular sobre el tema o para una decisión que en teoría ellos tienen el derecho de hacer como representantes de toda la población y de los ciudadanos que los eligieron, esto conllevaría saber si los 158 integrantes del Organismo Legislativo son representantes de los guatemaltecos o son mandaderos, subordinados del Gobierno del norte y que por consiguiente no sirven a los intereses de los guatemaltecos por cuanto han vendido su voluntad, su opinión, su capacidad de análisis, sus conciencias, sea mediante precio o amenaza a los señores yanquis.
Los diputados, aunque algunos sean blancos y otros sean criollos, todos cuando se ven conminados por los canchitos del norte, levantan la mano, besan el suelo y piensan que con la actitud que han evidenciado públicamente se están garantizando la visa, alguno de ellos una asesoría en el futuro en AID o en cualquiera de los programas que dizque patrocinan los norteños para cuando ya no sean diputados.