Este gobierno ha sobrepasado y al mismo tiempo, puesto el ejemplo para que las millonarias compras que realizan de bienes o servicios, se efectúen de manera directa, sin pasar por los procesos de licitación. Este maquiavélico sistema inmediatamente ha sido seguido por otro tipo de instituciones como las municipalidades de la mayoría de municipios del país, empezando por la capital.
Miles de millones de quetzales se gastan por compras utilizando este método deleznable, corrupto, poco transparente y más bien oscuro y que se presta a que las comisiones de los funcionarios sean mayores y pagadas más rápidamente al firmarse un contrato por tales bienes o servicios.
Lo peor del caso es que quien más defiende este sistema es el jefe del Ejecutivo, el generalísimo Otto Pérez Molina, quien debe recordar sus viejos tiempos como jefe del Estado Mayor Presidencial que no permitía ni la injerencia de la contraloría y que obligó al secretario general de la Presidencia de esa época por primera y única vez en la historia, a elaborar un sello donde indicaba claramente, que esos documentos que provenían particularmente de ese Estado Mayor y la ministra de Finanzas (la mayoría ampliaciones y transferencias dentro del presupuesto), que no habían podido ser revisados por esa secretaría. El sello se ponía en un lugar visible y por supuesto, con la irritación enorme de los funcionarios afectados.
El actual mandatario, visiblemente molesto, ha indicado que esas compras están “en ley” y efectivamente, lo legal es que una cosa se encuentra dentro de la ley que, como las nuestras, la mayoría son mal elaboradas, débiles en su contenido jurídico y que casi nadie cumple. Sin embargo, lo “legal” es una cosa y lo deshonesto es otra. La honestidad y el ser honesto, que según el diccionario es ser “probo, recto, honrado”, destruye lo legal y mata lo legítimo en estos casos especialmente “legales”.
En la filosofía del derecho se dice que por sobre cualquier ley debe prevalecer la justicia, tomándola como un valor supremo, interior del ser humano (el derecho es una manifestación exterior), en donde juega un papel importante la honradez, la probidad y la rectitud que deben privar sobre lo legal, que no necesariamente es legítimo.
La corrupción ha encontrado en este método “legal”, la manera de “legalizar las mordidas” que piden para que se hagan obras mal hechas o no se hagan, en tanto muchos pero muchos, se vuelven multimillonarios.
En fin, el generalísimo se apegará a lo legal, en detrimento de la honestidad, diciéndoles a sus colaboradores y cualquier funcionario que eso es lo correcto. Los otros gobiernos que vengan sabrán cómo robar legalmente.