LEGADO MUSICAL DE MSTISLAV ROSTROPOVICH -III-


Con esta columna concluimos el recorrido musical, como homenaje póstumo, a Mstislav Rostropovich, el célebre violonchelista ruso del siglo XX, y de quien puede decirse que ocupa un destello en el firmamento donde brilla con otro de los grandes del mundo del cello como fue Pablo Casals.

Celso Lara

Esta columna de este viernes es también un reconocimiento a Casiopea, esposa de miel y canto, recta como los silbos, imagen sin fin que es calma en mi alma como átomo de luna en los ángulos del firmamento de mi corazón; caracola dulce, en cuyos caminos todo es celeste y tiene en cada mano regazos de luz.

Diremos en primer lugar que a «Misha» Rostropovich se le otorgó el Premio Prí­ncipe de Asturias por España en 1997.

Rostropovich fue un personaje que siempre estuvo comprometido con los derechos humanos lo que le creó graves problemas en 1974 en la ex Unión Soviética de donde tuvo que salir ese año.

Cuando obtuvo el premio de la liga internacional de Derechos Humanos, dijo que volverí­a a tocar en su paí­s hasta que hubiera completa libertad creativa.

A lo largo de su carrera, Rostropovich recibió numerosas distinciones y galardones ? además de los que hemos mencionado en columnas anteriores- :

La medalla de oro de la Royal Philharmonic Society; el tí­tulo de Knight Commander del Imperio Británico; La Orden de Mérito Alemán, El Polar Music Prize de la Real Academia de Suecia de Música.

Así­ mismo se le otorgó El Premio de la Fundación Wolf de las Artes de Jerusalén; El Premio Imperial de las Artes Japonesas, La Encomienda de número de la Real Orden de Carlos III (2004) y en el mes de febrero del corriente año, La Orden del Mérito de Rusia.

Fue Doctor Honoris Causa en 50 universidades de todo el mundo; así­ mismo fue embajador de buena voluntad de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, La Ciencia y la Cultura (UNESCO). Agregado a todo ello, fue miembro de La Academia Americana de las Artes y las Ciencias, de la Academia Nacional de Santa Cecilia (con sede en Roma), de la Academia Británica, de la Academia Real Suiza y otras más de diferentes partes del orbe.

En su exilio su vida trascurrí­a entre Europa Occidental y Estados Unidos de América, sin embargo, a partir de 1990, junto a su esposa Galina, volvieron a vivir en Rusia, en donde fueron acogidos con gran entusiasmo y calor humano.

Para miles de amantes de la música occidental y melómanos, Rostropovich fue el violonchelista del siglo XX. Su muerte a los 80 años el pasado 27 de abril del corriente año, ha sido considerada como una enorme pérdida para el mundo del arte.

No obstante su desaparición fí­sica, «Misha» Rostrpovich dejó un legado inconmensurable como hombre, violonchelista y director de orquesta de lo más sobresaliente en lo que va del siglo XXI; labor que desempeñó durante más de 50 años donde compaginó su pasión por la música, con el «amor al corazón de los hombres» poniendo en vigencia el postulado del inmenso Ludwig van Beethoven.