Le ganarán la partida


El hecho de que algunos diputados de su mismo partido estén promoviendo la depuración del Congreso constituye un serio desafí­o para el presidente Colom que pudo convertirse en adalid de la reforma profunda del Estado a partir de la necesidad de revisar el tema de la conformación del Organismo Legislativo y para asegurar cambios que se orienten no sólo a la eficiencia de toda la administración pública sino que fundamentalmente a garantizar un nuevo enfoque en cuanto al tema de la impunidad.


Todos los guatemaltecos coincidimos en que son demasiado graves las deficiencias institucionales que se traducen en la ausencia de efectividad hasta para aplicar la Ley a todos los que incurren en hechos delictivos y un esfuerzo dirigido por el mismo presidente Colom en ese sentido, con visión tan clara como profunda hubiera sido crucial para lograr el objetivo y, de paso, consolidar la legitimidad de su régimen que se encamina a situaciones difí­ciles en la medida en que siga promoviendo la mayor atención a los temas sociales.

Pero resulta que en el marco de su iniciativa para modificar la forma en que se elige a los diputados, el representante Manuel Baldizón aprovechó para lanzarse al tema de la depuración y sin duda que ello le va a generar simpatí­as porque está tomando el lado del pueblo en un clamor que cada dí­a es más sensible y más contundente. Porque en la medida en que se vaya viendo que la impunidad es un factor esencial en el asunto del desví­o millonario de fondos del Congreso de la República, la población va tomando más y más conciencia de que urge hacer algo y hasta hoy el único polí­tico que parece tomar acción es el señor Baldizón.

Siempre pensamos que para el presidente Colom el tema, bien manejado y con una visión de Estado, podrí­a ser crucial para su futuro, pero evidentemente su entorno de asesores no ha dimensionado el sordo peso de una opinión creciente de la opinión pública en contra de las formas tradicionales de ejercicio del poder. Este serí­a un momento importante para lograr cambios de fondo, para asegurar que se puedan introducir reformas que sirvan de palanca para la reingenierí­a que requiere el Estado de Guatemala en su condición si no de fallido, por lo menos de ineficiente para lograr sus fines esenciales, entre ellos el de garantizar la vida y la seguridad a los habitantes de la República. Quien sepa levantar la bandera de la reforma y de la depuración tendrá muchos caballos ganados en el futuro y es tiempo de reflexionar sobre lo que podemos hacer para lograr un Estado eficaz, con la capacidad de atender sus funciones.