En estos tiempos modernos, casi todos los días se celebra un tema especial. No hay día en que no haya una conmemoración mundial, o, al menos internacional, o, en el más simple de los casos, nacional. Por ejemplo recién celebramos el Día del Niño, y por si fuera poco, en este mes también se conmemora el Día de la Niña. Hay otras conmemoraciones que parecen similares, como el Día de la Paz, que fue la semana pasada, y recién ayer fue el Día de la No Violencia.
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Y así, se van aglutinando las celebraciones o conmemoraciones, incluso compartiendo la misma fecha, como el Día del Niño con el Día del Adulto Mayor, contradictorios entre sí, pero ambos celebrados el 1 de octubre.
Los días del calendario se van llenando y las festividades deben ir buscando espacios. No creo que haya días disponibles. Lo único que corresponde es que la gente se vaya olvidando de una celebración de antaño, para dar paso a una nueva, tal y como pasa con el santoral católico, que va sumando miembros, celebrando su día junto con otros mártires, vírgenes, arcángeles y patriarcas de la Iglesia, que van perdiendo vigencia porque se van cansando de hacer milagros.
Y usted quizá no lo sabe, pero para eso estoy yo para contárselo, pero el 12 de mayo se celebra el Día Mundial de la Fibromialgia; el 14 de marzo se celebra el Día de Pi (3.1416…), o el 13 de agosto se celebra el Día del Zurdo. El 15 de octubre próximo, no se olvide usted debe elegir entre tres conmemoraciones: Día Internacional de las Mujeres Rurales, Día Internacional del Bastón Blanco y el Día Mundial del Lavado de Manos.
El Día Mundial del Lavado de Manos es una celebración importantísima. No olvidemos que buena parte de las pestes que azotaron al mundo desaparecieron con la invención del jabón y la práctica de usarlo, especialmente en las manos. Con este sencillo hábito usted lograría una vida más tranquila y sin muchas preocupaciones. A pesar de que no conoció el jabón, el primer gran impulsador del lavado de manos fue Poncio Pilatos.
Pilatos era un hombre sabio que no le gustaban los problemas, así que tomaba por hábito el lavarse las manos constantemente. Mal recordado por la grey cristiana, se le señala, no de lavarse las manos, sino de hacerse el loco. El conflicto del procónsul romano era que él, por su formación en jurisprudencia, sabía que el juicio contra Jesús no era justo. Pero su comodidad política pudo más y decidió hacer oídos sordos y condenó a Jesús, para evitar problemas con los judíos y con el Imperio Romano. Y en vez de hacer justicia, se acordó de sus hábitos de higiene, y se lavó las manos.
Desde entonces, se ha dado la práctica de lavarse las manos para evadir la responsabilidad social. Para no hacer largo el cuento, recordemos cómo los diputados guatemaltecos se han venido lavando las manos al no aprobar la Ley Anticorrupción.
Lavarse las manos en Guatemala es tan fácil. Cuando se escuchan denuncias públicas de corrupción, las autoridades se limitan a lavarse las manos diciendo: “Ya estamos investigando”, “Ya puse la denuncia en el MP”, “Ya pedimos el informe a la Contraloría”, “Buscamos el expediente, pero no está”, y una larga serie de excusas que ya nos la sabemos de memoria. Y todo funciona para que en los juzgados se imponga una condena mínima a los corruptos. Así, todos felices y contentos, con sus manitas bien lavadas, jueces y fiscales se van a sus casas creyendo que hicieron justicia.
Pero no solo nuestras autoridades se lavan las manos. La sociedad guatemalteca también se ha caracterizado por su pulcritud e higiene, sobre todo para lavarse las manos y la conciencia. Por ejemplo, en vez de entrarle de lleno al problema de la desnutrición infantil en el país, se limitan con aportar Q50 para campañas de alimentación. Y así, con la culpita y la conciencia bien lavada, se van a celebrar a un restaurante de comida rápida, en donde compran chatarra por Q100 o más.
Estoy seguro de que Ley Anticorrupción terminará de pasar, tarde o temprano. Así pasó con la ratificación de la CICIG, la aprobación de la Ley de Armas, de la Ley de Adopciones, la Ley de Comisiones de Postulación, la Ley contra el Femicidio, la Ley de Acceso a la Información, etc. Pero éstas finalmente se aprobaron, pero de igual forma no pasa nada; no hay mejoras en el país. Las armas siguen proliferando y no alcanzan los dedos de la mano para contar los femicidios. Sin embargo, los diputados se lavaron las manos, pero la sociedad civil también, creyendo que con una ley todo se va a solucionar.
Las leyes son importantes, los programas de ayuda son importantes, y, en fin, todas las actividades políticas son importantes, pero si usted se lava las manos de su responsabilidad, nada de esto tiene sentido.
Si usted quiere tener una vida higiénica, lávese las manos constantemente. Pero si quiere una vida digna y justa, no se lave las manos (ni la conciencia) evadiendo su responsabilidad social.