En Guatemala se fomenta el culto al liberalismo, al individualismo sin solidaridad social. La cúpula empresarial invierte en este proceso de elecciones en diferentes candidatos presidenciales, vicepresidenciales y diputados, esperando que por cada quetzal que les da, va a recibir, exoneraciones de impuestos, privilegios e inmunidades que le permiten continuar su enriquecimiento en detrimento de la mayoría de los guatemaltecos, como lo logró en este gobierno.
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Existe el riesgo que esta enorme inversión le rinda el fruto y que continúe un sistema de gobierno cada vez más débil, más comprometido con la supercúpula económica que egoístamente no le importa el futuro de la juventud y de la ciudadanía guatemalteca.
Son tan intensos los lavados de coco que los mismos candidatos se acobardan, nadie se atreve a hablar de con qué recursos resolverán la enorme inseguridad, la falta de oportunidades, de educación, salud y de sistemas de seguridad social. Nos mantienen sobre un volcán social, pensando igual que un rey francés, que sólo les debe importar el presente y que después de ellos «que venga el diluvio», lo más que a la cúpula le puede suceder es que inmigren forrados y bañados de metales preciosos. Es como que si nos estuvieran diciendo que no les importa la miseria, las raíces de la criminalidad, la insatisfacción social. ¿Será que estamos ante un espejo de esos donde los flacos se miran gordos y donde los gordos se miran flacos? ¿Es que la conciencia social se nos ha borrado y que el egoísmo es mayor que la virtud de buscar el bien común?
El país está bañado de propaganda, de encuestas manipuladas, todo sólo refleja el deseo de convencer para elegir un poder que continúe con el status, sin importar el deterioro económico y social. De qué les sirve a los miles de trabajadores agrícolas los precios de los principales productos de exportación si ellos, sus mujeres y sus hijos continúan trabajando «como acémilas de carga que se arrastran tristes, mudos bajo el peso de su amarga y dura suerte». Nuestra pequeña clase media continúa permitiendo los lavados de coco con encuestas, cancioncitas, playeras, regalos, sin percatarse que a través de algunos bancos se han llevado millones de millones como lo hicieron en el Banco Empresarial, del Café y de Comercio. Pero de todas maneras, bien gracias, los temas de estas fraudulentas quiebras, de estos enriquecimientos, duermen el sueño de los justos. Por supuesto que la cúpula empresarial y sus satélites o allegados son realmente los mayores beneficiados.
Por ello y pensando en ello, elijamos un gobierno de forma cruzada, que no represente o que represente lo menos posible a los poderes ocultos, a esa enorme concentración de riqueza que no permite que Guatemala se acerque a un mediano desarrollo como lo está logrando la mayoría de los países de América del Sur. Nuestro voto debe ser por la paz, el desarrollo social, por el respeto al individuo y ante todo por la búsqueda y el logro de la justicia y el bien común. No permitamos que nos laven el coco.