Las intervenciones que los EE.UU. han realizado en Latinoamérica a través de los años, han sido actos abusivos cargados de prepotencia y malignidad.
Como una infame muestra está la intervención a Guatemala en 1954 cuando, por defender los espurios intereses de la United Fruit Co. (UFCO), los EE.UU., a través de la CIA, invadieron a Guatemala por medio de mercenarios liderados por Carlos Alberto Castillo Armas y se dio un golpe de Estado al presidente Jacobo írbenz Guzmán, electo democráticamente, con la finalidad de que no se llevara a cabo la Reforma Agraria y se entregaran tierras a los campesinos guatemaltecos para iniciar el desarrollo del país, el cual en 2011 aún se encuentra estancado. Vale decir que tales políticas implicaban una oposición frontal de la UFCO a todo tipo de reparto de tierras en Centroamérica, inclusive si la negativa de repartos afectaba a los segmentos más pobres del campesinado. Las infamias de las transnacionales.
Todo esto viene a cuento de una manera muy escueta, debido a la raíz de todos los abusos de los EE.UU. en Latinoamérica que viene desde el gobierno de James Monroe, quinto presidente de los EE.UU. La doctrina Monroe, sintetizada en la frase “América para los americanosâ€, fue elaborada por John Quincy Adams y atribuida a James Monroe en el año 1823. Dirigida principalmente a las potencias europeas con la intención de que los Estados Unidos no tolerarían ninguna interferencia o intromisión de las potencias europeas en América. La frase toma su sentido dentro del proceso de imperialismo y colonialismo en el que se habían embarcado las potencias económicas de esos años. Se presentó como defensa de los procesos de independencia de los países sudamericanos.
La doctrina fue presentada por el presidente James Monroe durante su séptimo discurso al Congreso sobre el Estado de la Unión. Fue tomado inicialmente con dudas y posteriormente con entusiasmo. Al comienzo del siglo XX Estados Unidos afirmó su Doctrina del destino manifiesto y el presidente Theodore Roosevelt emitió el Corolario de 1904 (Corolario Roosevelt) afirmando que, si un país americano situado bajo la influencia de los EE.UU. amenazaba o ponía en peligro los derechos o propiedades de ciudadanos o empresas estadounidenses, el gobierno de EE.UU. estaba obligado a intervenir en los asuntos internos del país «desquiciado» para reordenarlo, restableciendo los derechos y el patrimonio de su ciudadanía y sus empresas. Este corolario supuso, en realidad, una carta blanca para la intervención de Estados Unidos en América Latina y el Caribe.
En términos generales se debe considerar que en base de la Doctrina Monroe, como punto de partida, los estadounidenses han desequilibrado el desarrollo de los países del Sur continental. Esa es una de las razones por las que Latinoamérica debe tomar un nuevo posicionamiento, en lugar de ser la región de las reservas naturales para los países desarrollados y de las transnacionales.
Por eso, jefes de Estado y cancilleres de 33 países de América Latina y el Caribe mostraron en Caracas su voluntad política de constituir la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), el nuevo foro de integración continental que excluye a EE.UU. y Canadá. Dentro de los jefes de Estado que asistieron estuvo el mandatario guatemalteco ílvaro Colom y el futuro mandatario de Guatemala, Otto Pérez. Esperemos buenos resultados para el futuro de Guatemala y de Latinoamérica.