Lástima, el pueblo no tiene poder de revocatoria


¿Qué hace usted, estimada lectora, si su cocinera le prepara platillos espantosos? ¿Qué hace usted, estimado comerciante, si su encargado del negocio constantemente se queda con los vueltos y le hace falta mercaderí­a sin ninguna justificación? Claro, es obvio que su respuesta tendrí­a que ser contundente, un par de apercibimientos para corregir sus deficiencias le parecerá suficiente o de lo contrario, lo pondrá de patitas en la calle.

Francisco Cáceres Barrios

Con todo el respeto y aprecio que le tengo a muchos constituyentes, siempre los he criticado por haber dejado en la gaveta de los pendientes concederle al pueblo que elige a sus representantes para ejercer el poder público que, si en dado caso sus servicios no fueran satisfactorios, pudiéramos decirles ¡muchas gracias por sus servicios prestados! y ¡que les vaya bien! Pero no es así­, tenemos que soportar hasta que venza su perí­odo, mientras la siguen pasando divinamente, buenos carros, mejores viáticos y gastos de representación, lindos viajes y excelentes excusas para no cumplir con sus deberes y responsabilidades.

Mientras lo anterior no se haga, disculpen, pero seguiremos predicando frente al mar o el desierto. Claro, estos empleados del pueblo viven en busca de las más estrafalarias excusas para no cumplir con sus compromisos. De ahí­, que abunden las explicaciones para justificar tener «ahorros» por más de Q80 millones y encima de ello, irlos a colocar en instituciones calificadas de dudosas y sin legitimidad, para a su vez invertirlos en asuntos que al pueblo ni le van ni le vienen, estando de por medio sucias comisiones y tantos intereses más de por medio.

¿Quién no sabe que en polí­tica, la salida más fácil es echarle la culpa a otro? Pero olvidan que también sabemos que esa acción regresa igual que un boomerang, tal y como sucedió la semana pasada, cuando ni retornaron los fondos públicos desviados ilegalmente, ni a estas alturas a nadie le ha caí­do todo el peso de la ley, fuera porque pusieron sus pies en polvorosa o porque gozan de un permiso (por cierto, ¿será con goce de sueldo?) Echarle la culpa a la entidad Mercado de Futuros, S.A. podrá impresionar a algunos incautos, pero para la gran mayorí­a era y es evidente que la cantidad desviada no eran veinticinco len, mucho menos los encontramos tirados en cualquier esquina.

Si el pueblo tuviera el poder para revocar el mandato conferido a los diputados, serí­a el primero en proponer que los 158 se fueran a sus casas y los responsables de no velar adecuadamente por los fondos e intereses públicos, los tendrí­a bien resguardados, en espera de que la justicia implacable cayera sobre sus cabezas. ¿De dónde sale el dinero para pagar a los diputaos y a todo aquel funcionario o empleado público?, ¿acaso no es de nuestros bolsillos? Entonces, sobrado derecho tenemos para exigir su trabajo bien y honradamente hecho. Lo demás, es puro teatro.