Las protestas populares…


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Russell Akcoff (1919-2009) fue un pensador norteamericano pionero del enfoque de sistemas en la teoría administrativa, que publicó un interesante libro en 1979, publicado en México, por Editorial Limusa, llamado Rediseñando el futuro, en otras muchas obras.

Ramiro Mac Donald


En el capítulo uno La revolución que nos rodea, realizó una serie de reflexiones, que pareciera haberlas escritas ayer -viendo lo que sucedió la semana pasada en Guatemala- a propósito de disturbios y lo sucedido en varios pueblos en donde se han registrado protestas populares. He encontrado algunos puntos que deseo compartir con los lectores de esta columna.

Este es el concepto: «Debido a crecientes cambios tecnológicos, en la actualidad se generan y afrontan -más que nunca antes- las crisis sociales y ambientales con mayor rapidez. Consecuentemente, requieren respuestas de la sociedad más rápidas y seguras que antaño. Sin embargo, nuestra sociedad no las proporciona. Su falta de respuesta a una crisis (como se vivió recientemente en Huehuetenango) genera descontento entre un número mayor de sus miembros; así mismo el descontento se manifiesta en las protestas desordenadas, la desobediencia civil o la enajenación social. La sociedad responde más rápidamente a los desórdenes que a las crisis que los producen, y con frecuencia lo hacen mediante medidas represivas. A su vez, estas generan mayor protesta y desobediencia. El ciclo protesta-represión-protesta- se intensifica o se disipa… en la indiferencia. Cualquiera de ambas salidas conduce a la desintegración social» (Akcoff, R. 1979).

Las autoridades no tienen una visión sistémica de la situación, de lo que verdaderamente está pasando en por lo menos 60 municipios en todo el territorio nacional, donde han surgido protestas violentas de diferente índole, en los primeros meses del año. Esa lamentable situación –de un criterio estrecho y desconocimiento de problemas tan serios-  no les permite a las autoridades darle una respuesta integral a los problemas, puesto que intentan resolver con un paradigma mecanicista: represión y más represión… cuando no con indiferencia, lo que según el autor citado, conduce a la desintegración social.

En la Guatemala profunda, hay un total descreimiento en las instituciones de todo tipo. Nadie cree ya en la mayoría de políticos, muchas de las autoridades municipales han perdido credibilidad, debido a una profunda corrupción; gran parte de la Policía Nacional forma parte de los poderosos círculos del crimen organizado, muchos de los jueces son acusados de vender sus fallos, etc. Particularmente entre las autoridades hay un manifiesto desinterés, lenidad o desconocimiento por afrontar con seriedad los más graves problemas en lo que respecta al tema de recursos naturales (agua, minerales, energía) y hay una voracidad de algunos sectores de la empresa privada por su explotación en forma irracional, aunque nos vendan la moto con la etiqueta del desarrollo. Los pobladores de los más apartados rincones ahora están informados. Hay un conflicto de intereses que choca en sus centros territoriales y ellos han respondido de la manera que saben: con fuerza. A veces injustificada, otras manipulada. Pero en este país, parece ser que la única forma de hacer respetar los derechos de cada quien, es con fuerza y actitudes firmes. Si no, los poderes fácticos hacen de las suyas… y la gente está cansada de estar aguantando y aguantando. Por lo visto, es suficiente una chispa para que estallen las protestas… y surgen como hongos por todos los campos. Estamos viviendo un país lleno de conflictos dormidos y ahora están estallando. El ciclo protesta-represión-protesta se acaba pronto cuando hay muertos, heridos y destrucción, porque todos ponemos el grito al cielo.

Pero la conflictividad sigue latente… la semana pasada fue en Barillas, Huehue. ¿Dónde será el próximo estallido social? ¿Hay algún científico social en este gobierno que posea un punto de vista sistémico, que vea La Complejidad de lo que sucede… y no simplemente reaccione debido a su paradigma mecanicista? En tanto, el malestar crece, crece, crece.