Ayer destacamos un accidente vial en el que murió un joven como consecuencia de esa peligrosa mezcla que es el consumo de licor y la conducción de vehículos automotores. No es secreto que el consumo de alcohol se incrementa notablemente en estas fechas, cuando proliferan los convivios y celebraciones propias de la Navidad y el Año Nuevo que se caracterizan precisamente por el alto consumo de bebidas embriagantes.
No creemos que sea posible limitar el consumo de licor, pero sí es necesario incrementar las precauciones y eso significa que todos los grupos que se reúnen en estas fechas tienen que tener un compromiso previo para evitar que alguno de los que se pase de tragos pueda salir conduciendo un automóvil. La práctica del «conductor designado» tan corriente en otras culturas donde no se concibe el riesgo de conducir bajo los efectos del alcohol, debiera ser implementada en nuestro medio sobre todo en estas fechas.
En Guatemala no existen suficientes sanciones para los conductores ebrios y ni siquiera existe un efectivo control y penalización de acuerdo a los niveles de alcohol en la sangre. Pero todos sabemos cuando alguien que ha departido con nosotros está en condiciones que le impiden el normal desempeño de sus funciones y por lo tanto tenemos una obligación moral con quienes departimos en fiestas para no permitirles que puedan hacerse daño y, peor aún, hacer daño a terceras personas.
Es triste la muerte de un jovencito que viajaba de pasajero en un automóvil conducido por un pariente de mayor edad que iba en estado de ebriedad, pero ojalá que casos como ese nos sirvan a todos para reflexionar sobre lo que significa esa mezcla explosiva de un volante con el alcohol para que sepamos actuar con la prudencia del caso y para que todos redoblemos nuestras precauciones. No hace falta en estos días andar medio atarantado para sufrir un accidente, puesto que son muchos los conductores de otros autos que viajan bajo el efecto del licor y por lo tanto hasta los sobrios tienen que redoblar sus medidas de precaución.
Es una lástima que no avancemos mucho en la legislación para sancionar con toda energía a los conductores ebrios porque ello causa muchas muertes en calles y carreteras del país. Pero debemos mantener la presión para que nuestros congresistas tomen conciencia de las consecuencias de su indiferencia frente a un tema que debiera ser abordado con diligencia y prontitud.
Y repetimos que la falta de legislación y de sanciones no debe ser excusa para que quienes participamos en alguna festividad no actuemos de manera responsable para impedir que aquellos que se pasan de tragos y beben más de la cuenta puedan ser trasladados por amigos a sus casas impidiendo que puedan manejar y convertirse en instrumento de muerte como ha ocurrido con tanta frecuencia y ocurrirá, seguramente, en estos días festivos.