Las pérdidas culturales del 11/9


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Cartas manuscritas de la escritora y activista de comienzos del siglo XX, Helen Keller. Cuarenta mil negativos de fotografí­as de John F. Kennedy tomadas por su fotógrafo personal. Esculturas de Alexander Calder y Auguste Rodin.

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POR CRISTIAN SALAZAR Y RANDY HERSCHAFT

Además de causar la muerte de casi 3 mil personas y destruir las Torres Gemelas, verdadero monumento de la ciudad de Nueva York, los ataques del 11 de septiembre del 2001 acabaron con archivos y obras de arte de valor incalculable.

En algunos casos, se destruyeron no sólo los objetos sino también sus inventarios. Las pérdidas humanas hicieron pasar a segundo plano las pérdidas de papeles y una década después los especialistas no han determinado a cabalidad qué se perdió y qué fue recuperado, lo que les impide dar una forma definitiva al rompecabezas de la historia.

«No puedes hacerte una idea clara porque faltan elementos clave», afirmó Kathleen D. Roe, directora de operaciones de los Archivos del Estado de Nueva York y copresidenta del Proyecto de Documentación del World Trade Center, el nombre oficial de las torres. «De modo que uno no tiene una imagen precisa».

El complejo incluí­a siete edificios: las dos torres, tres edificios de oficinas pequeños, un hotel Marriot y una oficina de aduanas. También fue destruido un rascacielos apenas al norte de las torres.

En las torres habí­a 430 compañí­as y decenas de oficinas del gobierno.

La misma CIA tení­a una oficina secreta en el 25to., piso del rascacielos, que albergaba además el centro de comando para emergencias y una dependencia del Servicio Secreto.

Entre las pérdidas materiales figuran bosquejos y esculturas, incluida un molde de la escultura de Rodin El Pensador, que reapareció brevemente después de los ataques para volver a desaparacer al poco tiempo. Se hallaron fragmentos de otras esculturas.

La Biblioteca Ferdinand Gallozi, del Servicio de Aduanas, tení­a una colección de documentos relacionados con el comercio, algunos de ellos de la década de 1840.

Los negativos de Kennedy, sacados por el fotógrafo Jacques Lowe, estaban guardados en una caja de seguridad a prueba de incendios en el 5 World Trade Center, un edificio de nueve pisos. Helen Keller International, cuyas oficinas, localizadas a una cuadra del lugar, se incendiaron, perdió un modesto archivo.

También se perdieron documentos secretos en el Pentágono, blanco de otro ataque el mismo dí­a.

Se contrató a una empresa privada especializada en responder a desastres, BMS CAT, para que tratara de recuperar material de la biblioteca, donde fue a parar la trompa del avión empleado en ese ataque. La firma dijo que habí­a recuperado todo menos 100 volúmenes. Se restringió el acceso a información relacionada con la invasión soviética a Afganistán en la década del 80, pues Estados Unidos se preparaba para lanzar un ataque al mes siguiente.

En Nueva York, personal de la CIA y del Servicio Secreto inspeccionaron los restos trasladados a un terreno en Staten Island en busca de documentos y discos duros con información secreta e informes de los servicios de espionaje.

Dos semanas después de los ataques, archivistas y bibliotecarios se reunieron en la Universidad de Nueva York para discutir cómo documentar lo que se habí­a perdido y formaron la Fuerza de Tareas sobre Documentación de las Torres Gemelas. Pero recibieron apenas un puñado de respuestas a una consulta sobre objetos dañados.

«La actual atmósfera de litigio, la polí­tica y la desconfianza predominantes tras los ataques del 11/9 hacen que compartir información sea una tarea compleja», expresó el último informe del proyecto, que circuló en el 2005.

Las dependencias del gobierno nacional están obligadas por ley a reportar la destrucción de archivos de la Administración Nacional de Archivos y Récords, pero ninguna lo hizo. Dicen que es algo comprensible, tomando en cuenta las circunstancias.

«Como es de esperar, los organismos estaban más preocupados con las pérdidas de vidas y con el restablecimiento de las operaciones que con la preservación de archivos», comentó David S. Ferriero, jefe de archivos del gobierno.

Steven Aftergood, director del proyecto sobre secretos del gobierno de la Federación de Cientí­ficos Estadounidenses, declaró: «Bajo circunstancias extremas, como las del 11 de septiembre, los procedimientos rutinarios de preservación de archivos no se cumplen. No están pensados para hacer frente a la destrucción de edificios u oficinas enteras».

La Equal Employment Opportunity Commission, encargada de combatir la discriminación en los empleos, tuvo que reconstruir  mil 500 casos de discriminación, según Elizabeth Grossman, quien supervisaba a los abogados del organismo cuando se produjeron los ataques. Los procesos se demoraron meses. Habí­a copias en las computadoras hasta el 31 de agosto del 2001.

Jan Ramirez, curadora del National September 11 Memorial & Museum a ser inaugurado en el sitio que ocuparon las torres, dijo que no habí­a conciencia de la necesidad de proteger archivos.

«Era un sitio moderno, dinámico. No corrí­a peligro. No era algo que tuviésemos que preservar», manifestó. «Ahora sabemos que sí­ hay que hacerlo».