Las penas del gobierno israelí­


Culpable. El ex ministro de justicia de Israel, Haim Ramon, fue declarado culpable de acoso sexual.

El presidente, un presunto violador; el ex ministro de Justicia, condenado por acoso sexual; el primer ministro, investigado por corrupción y errores en la guerra en Lí­bano; el titular de Finanzas, sospechoso de desviar fondos: el gobierno de Israel está contra las cuerdas y sus ciudadanos hartos.


Los israelí­es no se recuperan de un escándalo cuando estalla el siguiente. La mayorí­a reclama la renuncia del primer ministro Ehud Olmert, en el poder desde hace ocho meses y con la popularidad por los suelos.

Olmert compareció el jueves ante una comisión encargada de investigar los errores en la ofensiva contra la milicia chií­ta libanesa de Hezbolá del verano de 2006 en Lí­bano. Si es acusado, podrí­a verse obligado a dimitir.

«Indudablemente, existe una acumulación de escándalos sexuales y de corrupción que afectan a la clase polí­tica y disgustan al público, porque se suman a la guerra en Lí­bano, que fue vivida como un fracaso», afirmó el politólogo Ilan Greilsammer.

«Lo más desestabilizante para los israelí­es es probablemente la inculpación por violación del presidente Moshé Katzav. Nunca habí­an visto eso; están completamente pasmados con la personalidad de su presidente», estimó.

Causa impresión el expediente judicial de Katzav, que ostenta un cargo de mucho prestigio y poco poder en Israel.

Se le acusa de violación, agresión y acoso sexual, fraude, quiebra de confianza, grabaciones ilegales a empleados, acoso de testigos y aceptación de sobornos para liberar a presos.

Katzav, de 61 años, se queja de ser ví­ctima de una conspiración polí­tica y pidió ser suspendido del cargo durante tres meses, mientras la Knesset (Parlamento) decide si le destituye.

Olmert, además, ha tenido que enfrentarse a otro trago amargo con la condena de Haim Ramon, de 56 años, su ex ministro de Justicia y amigo personal, declarado culpable de acoso sexual por introducir forzosamente su lengua en la boca de una soldado de 20 años que quiso fotografiarse a su lado el 12 de julio, dí­a en que Israel lanzó la ofensiva contra Hezbolá en Lí­bano.

«La condena de Ramon contribuirá a debilitar aún más a Olmert, que ya estaba en mala posición», estimó Efraí­n Inbar, profesor de Ciencias Polí­ticas de la universidad Bar-Ilan de Tel Aviv.

«Ramon era, en efecto, uno de los pilares de Kadima (el partido de Olmert), un estratega del partido, al cual aportó muchos votos a raí­z de su popularidad. Ahora está totalmente fuera de juego», explicó.

Incluso antes de la condena de Ramon, un sondeo del diario Haaretz indicó que en caso de elecciones, Kadima obtendrí­a sólo 12 escaños en el Parlamento, contra sus actuales 29, mientras que el opositor Likud (derecha), de Benjamin Netanyahu, serí­a el gran ganador, con 29 escaños en vez de los 12 actuales.

El propio Olmert es blanco de sospechas y se halla bajo investigación por la presunta influencia ilegal que tuvo en la privatización de un banco, por transacciones inmobiliarias supuestamente fraudulentas y por polí­ticas abusivas.

Estas investigaciones se suman a la del ministro de Finanzas, Avraham Hirshon, sospechoso de desví­o ilegal de fondos, y a la del órgano impositivo, que implica a una veintena de altos funcionarios, así­ como a Shula Zaken, jefa del gabinete y confidente de Olmert.

Olmert llegó al poder gracias a la popularidad de Kadima, fundado por su predecesor Ariel Sharon, en coma profundo desde enero de 2006 a raí­z de un ataque cerebral.

Pero Kadima, que reagrupó a los disidentes del Likud y a los laboristas, perdió su fuerza tras la desaparición polí­tica de Sharon, logrando una ajustada victoria en las legislativas de marzo de 2006.

«Kadima no tiene una verdadera infraestructura polí­tica, no tiene militantes de base. Su desaparición pura y simple es un escenario posible, como ya fue el caso de muchos partidos de centro», advirtió el politólogo Efraí­n Inbar.