Es un buen momento. Este año parece invadirnos de estribillos pegajosos, abanicos de colores, rostros, bla bla bla, y toda la parafernalia que trae consigo las elecciones. La fiesta cívica nacional. O, al menos, así se duermen los oídos de los votantes en potencia.
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Pero hay que partir de lo más cercano. Abrir los ojos y oídos para atender las demandas más próximas. Recuerdo que en mis recientes años de Universidad, no había, en los círculos de comunión, un comentario positivo, o al menos optimista de la política desarrollada en la Escuela de Ciencias de la Comunicación. Decisiones unilaterales, decadencia académica, campañas negras ?descaradas, por cierto-, las mismas caras dirigiendo feudos de intolerancia y falta de interés por un desarrollo académico para un número de estudiantes, cada vez en crecimiento.
Lo digo, porque este mismo año hay movimientos electorales en la Escuela y de ese modo integrar la administración del 2008-2012. Puede ser un buen momento para indagar y sobretodo exigir procesos limpios, transparentes y con mejores propuestas educativas.
El desconocimiento, la apatía y la poca atención que se le presta a las elecciones en la Escuela han permitido que el estancamiento sea una marca indeleble para los profesionales que egresamos de la academia, salvo excepciones, puedo arriesgarme a pregonar que padecemos de una verdadera capacitación frente a los retos de las comunicaciones en el país. Y ni hablemos de la profesionalización, que tanta falta nos hace.
Por tal razón, creo que es conveniente recordar algunas fechas importantes para tomar en cuenta en las agendas del estudiante para jugar en ese juego democrático que nos han impuesto y hacer valer nuestro derecho de decisión y voto. La tercera semana de julio se elegirá a un representante de Egresados, en donde pueden -y deben-, participar los colegiados activos.
En esos mismos días se someterán a elección dos representantes de docentes que laboran bajo la categoría de «titular».
Y el plato fuerte, que corresponde a la votación por quien ocupará el cargo de director o directora por el siguiente período de cinco años. En dicha elección participan tres cuerpos electorales: estudiantes, egresados y docentes titulares. Y para que resulte un ganador se requiere, por lo menos, el triunfo en dos de los espacios referidos.
Es malo tapar oídos y darle la espalda a las necesidades de la ECC, hay que exigir participando. Dejar el pecado de la inocencia y abandonar la idea de que quien más fiestas realiza está mejor capacitado para elevar el perfil académico de nuestra Escuela. La de todos. Y es que hay que eliminar esa barrera de que somos un reflejo de la sociedad y jugar a la inversa para que sea la sociedad quien se refleje en nosotros.