La complicada vida amorosa del médico Conrad Murray se enredó con los últimos momentos de vida de Michael Jackson, según dieron a entender los fiscales el martes tras convocar a tres mujeres como testigos.
Las mujeres recibieron llamadas telefónicas de Murray poco antes de que muriera Jackson y la evidencia fue presentada para demostrar que el médico trataba de hacer malabares con su trabajo, su vida personal y su paciente súper famoso, todo al mismo tiempo, además de que estaba tan distraído que no le dio a Jackson la atención adecuada.
Los registros telefónicos de Murray del día en que murió Jackson fueron presentados en la corte como marco para el testimonio de las mujeres al otro lado del teléfono. Las tres fueron descritas en algún momento como novias de Murray y una de ellas era la gerente del consultorio del médico en Houston.
Nicole ílvarez, quien vive con Murray y es madre de su hijo pequeño, era una de las testigos clave. Dijo que recibió una llamada de Murray cuando él iba en una ambulancia junto al cuerpo inerte de Jackson el 25 de junio de 2009.
«Recuerdo que me dijo que iban camino al hospital en una ambulancia con el señor Jackson y que no me alarmara», dijo ílvarez. «Se oía como que estaba preocupado».
ílvarez recibió otras tres llamadas pero no recordaba de qué habían hablado en ellas.
Las autoridades también dijeron que ílvarez fue empleada como un conducto involuntario para las compras del anestésico propofol que realizó Murray, el cual ansiaba Jackson para ayudarse a dormir. Murray está acusado de homicidio involuntario y de darle al cantante una sobredosis del anestésico, además de no tener una respuesta adecuada tras descubrir que el astro no estaba respirando.
ílvarez contó que recibió muchos paquetes en cajas para Murray en abril, mayo y junio de 2009, pero que no los abrió y que no tenía idea de lo que contenían. El farmacólogo que los envió a su apartamento en Santa Mónica desde Las Vegas testificó que pensó que las estaba enviando al domicilio médico de Murray.
La compañía de paquetería FedEx y los recibos de la farmacia mostrados por la vicefiscal de distrito Deborah Brazil muestran que contenían grandes cantidades de propofol, sedantes y una crema para aclarar la piel empleada para tratar el vitiligo que sufría Jackson.
Tim López, el farmacólogo que envió los pedidos de Murray, dijo que en cuatro meses compró 255 frascos de propofol, 20 frascos del sedante lorazepam, 60 frascos de midazolam y varios tubos de lidocaína empleada para anestesiar las zonas donde se aplican inyecciones. También compró una solución salina y bolsas para administrar substancias de forma intravenosa.
ílvarez, quien tuvo su hijo con Murray en marzo de 2009, recordó que Murray le dijo que era el médico personal de Jackson. La actriz de 29 años dijo que se emocionó al saberlo.
También dijo que ella y Murray se vieron con Jackson varias veces.
«Michael estaba muy interesado en el bebé», dijo. «Vio que me crecía la panza con el embarazo. Quería que programáramos una visita para que pudiera ver a mi hijo».
Antes de ílvarez se presentaron a declarar otras novias de Murray.
Michelle Bela dijo que lo conoció en 2008 cuando ella trabajaba en un club social de Las Vegas donde solía ir él.
El fiscal señaló que Murray le dijo a Bela que quería verla antes de que se fuera con la gira de Jackson. Pocas horas antes de que muriera Jackson Murray le envió un mensaje de texto.
Después se presentó a declarar Sade Anding, una mesera de Houston que conoció a Murray en un restaurante en el que trabajaba en febrero de 2009. Murray se refería a ella como su novia.
La llamada telefónica que le hizo Murray a Anding fue la última antes de la muerte de Jackson. Los registros muestran que la realizó a las 11:51 a.m.
Unos cinco o seis minutos después de iniciada la conversación notó que Murray ya no la escuchaba.
Anding dijo que escuchó voces, tos y farfullo al otro lado de la línea. Le dijo a los jurados que parecía como que Murray tuviera su celular en el bolsillo.
«Hubo una pausa», dijo Anding. «Ahí fue cuando me di cuenta que él ya no estaba en el teléfono».
«Oí voces susurrando, sonaba como si el teléfono estuviera en el bolsillo», relató. «Oí toses, y nadie respondió».