Las niñas y el trabajo infantil


El 12 de junio de cada año se celebra el Dí­a mundial contra el trabajo infantil. Este año, la celebración es doble, dado que se conmemora el décimo aniversario de la adopción del Convenio núm. 182 de la OIT sobre las peores formas de trabajo infantil. De entre todos los Convenios de la OIT, éste fue el más rápidamente ratificado, y contribuyó a generar un cambio total en la actitud hacia el trabajo infantil. Todos los paí­ses de Centroamérica, Panamá y República Dominicana han ratificado dicho convenio internacional.

Jesús de la Peña Rí­podas, Coordinador Subregional del Programa IPEC / OIT

En la última década, los avances en la erradicación del trabajo infantil en América Latina y el Caribe han sido notables: se ha medido por medio de encuestas el trabajo infantil, se han realizado innumerables estudios, los paí­ses han elaborado planes nacionales de prevención y erradicación del trabajo infantil. No obstante, todaví­a perduran muchos retos; entre ellos, la explotación de las niñas en el trabajo infantil y sus peores formas. Por ello, la OIT ha decidido dedicar este Dí­a mundial a poner de relieve esta situación y ha elegido por lema: «Demos una oportunidad a las niñas: Erradiquemos el trabajo infantil».

En Centroamérica, Panamá y República Dominicana hay 2,3 millones de niñas, niños y adolescentes que trabajan. De ellos, 1,4 millones tienen menos de 15 años. Las encuestas que lo miden dicen que el 6 por ciento de las niñas y adolescentes mujeres trabajan, frente al 19 por ciento de los niños y adolescentes hombres que lo hacen.

Estas cifras esconden la realidad del trabajo infantil doméstico; son muchas las niñas que trabajan en sus casas o en casas de terceras personas, en muchos casos, sin remuneración. Esta situación es especialmente patente en los paí­ses con mayor tasa de población indí­gena. Los porcentajes de niñas, niños y adolescentes trabajadores son muy elevados en paí­ses como Guatemala (35,3 por ciento), Honduras (20,6 por ciento) y Panamá (13,6 por ciento).

En este contexto, las mismas encuestas que señalan una mayor actividad de los hombres hablan de un 15 por ciento de niñas y adolescentes que trabajan en su propia casa más de 14 horas semanales, frente a un 4 por ciento de niños y adolescentes hombres que lo hacen. Con frecuencia, las niñas y adolescentes trabajadoras domésticas son ví­ctimas de malos tratos y abusos psicológicos y fí­sicos -entre ellos, el abuso sexual-; y el hecho de que ésta sea una labor que se desarrolla dentro del hogar provoca que el maltrato no sea visible ni se denuncie.

En nuestra subregión, también es mayor el porcentaje de niñas (2,8 por ciento) que de niños (1,7 por ciento) que trabajan dentro y fuera del hogar. Esto quiere decir que las niñas deben combinar largas jornadas de tareas domésticas con otras formas de actividad económica fuera del hogar, lo que constituye una «doble carga» de trabajo para ellas.

Aunque en Centroamérica, Panamá y República Dominicana, el acceso a la educación no hace diferencia por sexo, la «doble carga» laboral que las niñas acarrean tiene un impacto negativo en cualquier oportunidad de asistir a la escuela y de tener un óptimo rendimiento, además de constituir un riesgo fí­sico para las niñas.

Otra de las formas de explotación que tiene cara de niña es la sexual comercial, ocurre cuando una persona o grupo de personas involucran a niñas, niños o adolescentes en actividades sexuales de cualquier tipo, para satisfacción de los intereses y deseos de otras personas o de sí­ mismas, a cambio de remuneración económica u otro tipo de beneficios, muchas veces es producto de la trata (traslado de un lugar a otro -dentro o fuera del paí­s- con fines de explotación). A pesar de que es difí­cil cuantificar las ví­ctimas de este delito, la OIT estima que al menos 1,8 millones de personas menores de edad -en su mayorí­a mujeres- de todo el mundo son ví­ctimas de explotación sexual comercial o son usadas en la pornografí­a.

Ante esta situación, los gobiernos, organizaciones de empleadores y organizaciones de trabajadores, constituyentes de la Organización Internacional del Trabajo, reclaman este 12 de junio una oportunidad de desarrollo para las niñas.