No importa donde se está ni con quien se está hablando, cuando surge el tema de la educación, siempre dicen que la educación es la base de la sociedad. Unos dicen que los jóvenes son el futuro mientras otros dicen que son el presente, todos refiriéndose a la sociedad. Los jóvenes no están seguros de qué son pero siguen el “protocolo” que ha manejado la sociedad en cuanto a la educación concierne, por decenas de años.
Cada persona tiene su opinión muy propia acerca del tema educativo. Muchos hacen su juicio, de acuerdo a lo que experimentaron en sus años escolares; otras personas tienen una opinión más calificada debido a que han leído sobre el proceso educativo o han estudiado o son expertos en el tema.
Sin embargo, un buen grupo en Guatemala no tiene ni una de las características anteriores. No estoy poniendo un valor, ni haciendo un juicio sobre el porqué no las tienen. Estoy diciendo que es una realidad que tenemos que reconocer que existe en Guatemala. En el grupo de quienes han estudiado teorías educativas, ponen como un ejemplo el triángulo de actores, siendo ellos los niños, las familias y los maestros. Basados en esa teoría han establecido una serie de acciones educativas que han pasado de una generación a otra.
En el siglo pasado se sabía qué esperar de la escuela, de la familia y de los maestros; había una estructura estable. Sin embargo, en el segundo decenio de este siglo, no es así debido a que los cambios producidos por las comunicaciones extendidas, producto del avance de la tecnología y de la globalización, han mandado que haya una estructura flotante que pareciera no tener una base firme por los constantes cambios que se dan.
Uno de los sectores de la sociedad que experimenta la influencia de esa característica de cambio y sigue constantemente en sus “garras”, es la educación, la pública y la privada también. Mantenerse al día en este campo no es fácil, uno tiene que ser un “estudiante de por vida” para entender qué es lo mejor entre todas las ideas y teorías (conste que no todas las corrientes llenan los requisitos para ser teorías) de lo que hay que poner en práctica en el aula.
Cuando digo “Las necesidades de cuatro”, estoy hablando de los niños, familias, maestros y sobre todo, de la cuarta, de la política. No estoy hablando de la política educativa establecida por el Mineduc, sino de la política como “una acción de influencia” que algunos en la sociedad tienen en el proceso educativo actual. ¿Cuáles son las necesidades de los niños y jóvenes estudiando desde temprana edad, tanto en la escuela pública como en instituciones educativas privadas? No pretendo listar criterios múltiples por estar seguro de que de hacerlo omitiría algunos. Sin embargo, el niño tiene obvias necesidades que son parte de su ser completo. Es natural poner en primer lugar lo académico porque es en la escuela donde aprende nuevas cosas para su actualización y para su futuro. Precisamente es aquí donde ha habido tantos cambios de criterio a lo largo de los años. La vida de los niños se ha vuelto tan compleja que los temas que hay que abordar en la escuela son mucho más que el currículo base que tienen que presentar los maestros a los alumnos. Dicen que el “tiempo es oro”; pues, cuando hay que hablar específicamente sobre temas autorizados e implementados por las autoridades, además del currículo base, entonces uno dice: No hay tiempo si queremos atender todas las otras necesidades físico-emocionales, tan importantes como las académicas.
La familia también tiene necesidad de que sus hijos estudien 180 días hábiles de clase para lograr las destrezas y habilidades escalonadas para progresar de un grado a otro. La necesidad es lograr el progreso del crecimiento y desarrollo personal para que sus hijos puedan “ser” y “hacer” más que sus padres. Es natural que los padres tengan este deseo, especialmente aquellos que no tienen preparación académica. Los miembros de la familia tienen que entender que gozan del derecho a que sus hijos sean atendidos por educadores profesionales todos los días y durante toda la jornada; después de haber cumplido ellos con enviarlos a la escuela. Los padres deben tener la seguridad de que sus hijos no van a ser integrados en un grupo no deseable y que los compañeros se respetan mutuamente para que no exista el ya discutido ampliamente, “bullying”, o si prefieren, el “acoso escolar”.
La carrera de ser maestro está siempre en el centro de la discusión del proceso educativo. Dicen que la mejoría del rendimiento académico de los alumnos depende de las capacidades de los maestros. Hay quienes comparan a los maestros de Guatemala con los de otros países como resultado de haber comparado los sistemas educativos entre esos países. Es cierto que el papel del maestro ha cambiado de ser transmisor de datos e información, a ser un maestro experto en muchos campos si no en todo para preparar al alumno completo en preprimaria y primaria y ser un profesor especializado a nivel de básicos y diversificado. Lo anterior demanda que el maestro continúe estudios a nivel superior y no se quede a nivel de sexto magisterio.
Los miembros del sindicato, la parte “política”, tienen la obligación de mantener el ánimo positivo en todos sus agremiados y transmitir a sus alumnos la actitud de que lograr el éxito es posible. El sueldo del maestro no es lo único que debe producirle satisfacción por un trabajo bien hecho. Para lograr las características de excelencia, hay que ver hacia adelante, más allá del bosque, ver hacia arriba y no hacia abajo y con el propósito de siempre mejorar. Eso es excelencia. Todo camino tiene dos vías, la vía de derechos, luz verde, seguir adelante y también la luz roja, espere, piense que tiene que hacer algo para seguir adelante con el fin de beneficiar las necesidades de los primeros tres. Pensemos en una silla que tiene cuatro patas, estamos en la obligación de cuidarla para que una de las patas no se caiga. Es el conjunto, no sólo uno sino la integración de todos los elementos lo que va a satisfacer las necesidades de la sociedad. ¡Piénsenlo!