Las nebulosas ofrecen algunas pistas sobre orí­genes del universo


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Después de décadas de escudriñar el universo, los astrónomos hallaron dos inmensas nubes de gas prí­stino, libres de los metales que las estrellas lanzan al cosmos.

Por MARCIA DUNN CABO CAí‘AVERAL / Agencia AP

Las conclusiones, publicadas el jueves en la revista Science, suministran la primera comprobación sólida de gas primitivo no contaminado, y apoyan la teorí­a de cómo se formaron los elementos quí­micos en el comienzo del universo. Son estas nebulosas puras las que formaron las primeras estrellas.

La investigación sugiere también que las estrellas no han distribuido metales en todo el cosmos.

Otro estudio sobre el mismo tema en Science concluye que las primeras estrellas eran mucho más pequeñas de lo que se suponí­a: decenas de veces más grandes que el Sol, en vez de cientos de veces más grandes.

«En esta imagen hay algo así­ como el eslabón perdido de cómo se forman los elementos. No hemos podido detectar lo que esperábamos encontrar, pero lo que hallamos resultó ser material primordial, posiblemente libre de metales», dijo el coautor J. Xavier Prochaska, astrónomo de la Universidad de California en Santa Cruz.

«Esta es la primera detección firme de dicho gas», dijo en una entrevista telefónica. «Es algo que esperábamos hallar a cierto nivel, pero que habí­a constituido todo un desafí­o».

Las dos nubes de gas impoluto se formaron hace 2.000 millones de años después de la Explosión Primordial (o Big Bang) que dio comienzo al universo.

Prochaska, junto con la autora principal, Michele Fumagalli, egresada de Santa Cruz, y John O’Meara, astrónomo en el Colegio Saint Michael en Colchester, Vermont, descubrieron las nebulosas al analizar la luz proveniente de cuásares en el Observatorio Keck en Hawai.

En ellas no hallaron nada más pesado que el hidrógeno y su isótopo deuterio. Los investigadores no tení­an los medios para detectar helio, pero sospechan que abunda. La ausencia virtual de elementos más pesados o los llamados metales —para lo que sí­ tení­an instrumentos de detección— confirma que las nubes son prí­stinas, dijeron.

«Con toda seguridad hay más», comentó Prochaska. Estas dos nubes en particular no son suficientemente densas para convertirse todaví­a en estrellas. Para dar nacimiento a estrellas deben caer bajo la influencia de una galaxia y transformarse en una nube de hidrógeno molecular.

«Recién empezamos», dijo Prochaska. «Supongo que aun hoy, en nuestro universo actual, deberí­a haber regiones completamente incontaminadas» debido al enorme espacio entre galaxias, agregó.

«Las galaxias y las estrellas realmente no llenan mucho del volumen del universo. Somos raros», afirmó. «Nuestra Ví­a Láctea es una isla, si se quiere, en la vasta expansión del universo».

El estudio que concluyó que las primeras estrellas no eran tan grandes como se creí­a fue dirigido por un equipo japonés-estadounidense encabezado por Takashi Hosokawa, de la NASA, en Pasadena y la Universidad de Kioto.

El astrónomo Volker Bromm, de la Universidad de Texas, que no participó en los dos estudios, dijo que los resultados de ambos podrí­an estar vinculados.

Explicó que mientras más pequeñas las primeras estrellas, menores serí­an la explosiones y también su capacidad de dispersar elementos pesados, como los metales, mediante la explosión de las estrellas agonizantes, o supernovas.