Las mujeres de Troya


«Un nuevo amanecer se presenta pero para ellos. Para los hombres que ahora tienen nuevas esclavas, nuevos juguetes, nuevas conquistas. Para nosotras la vida sigue igual. Princesas, reinas o esclavas. Al final siempre estamos bajo el peso del hombre.»

Polixena, personaje de «Las mujeres de Troya»

Ricardo Ernesto Marroquí­n
ricardomarroquin@gmail.com

Sorprende ver en el escenario el destino de un grupo de mujeres que, al finalizar la guerra en donde su pueblo ha sido aniquilado, serán sorteadas a manera de botí­n entre los hombres vencedores. Esa es la propuesta de la obra «Las mujeres de Troya», adaptada y dirigida por el dramaturgo René Estuardo Galdámez, a partir de textos griegos sobre la tragedia y que se está presentando los fines de semana en el Teatro de Cámara del Centro Cultural Miguel íngel Asturias.

Vale la pena asistir a esta propuesta dramática porque a través del texto y de las actuaciones, se motiva a la reflexión sobre la situación de vulnerabilidad en que se encuentran las mujeres en la sociedad, especialmente en tiempos de crisis social. Nadine Gasman, del Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFTA), aseguró en una entrevista que en momentos de dificultad, las mujeres son obligadas a volver a sus roles tradicionales, a las tareas que el sistema patriarcal les ha impuesto.

Y en la guerra, la suerte de las mujeres parece ser la misma: son convertidas en objetos al servicio y disposición de los hombres. En la mayor parte de la historia de la humanidad los conflictos bélicos han sido parte de la cotidianidad; en su mayorí­a, planificados y ejecutados por hombres. Pero no cabe duda que la población femenina es la que recibe la peor parte.

En nuestro paí­s, durante el conflicto armado interno, miles de mujeres fueron violadas, ultrajadas, maltratadas, asesinadas y desaparecidas por parte de las fuerzas represivas del Estado y por parte de los grupos paralelos de contra insurgencia. El cuerpo de las mujeres se convirtió en un espacio en donde los represores escribieron un mensaje de terror para toda la población; al violentar a las mujeres intentaron aniquilar a un pueblo entero, de la misma manera en que se hizo durante la Segunda Guerra Mundial o durante la década de 1990 en Ruanda. Por ello, no cabe duda que la violencia contra las mujeres indí­genas durante el conflicto armado interno es una prueba irrefutable del genocidio en Guatemala.

Y es en este acto atroz en donde podemos hallar una de las principales causas del actual feminicidio. Como un intento de seguir ocultando la violencia que se vivió en nuestro paí­s, las denuncias presentadas por parte de las mujeres que valientemente han alzado su voz, han sido ignoradas. Cuando el Estado se ha mostrado incapaz de garantizar la justicia para las ví­ctimas de los crí­menes cometidos durante el pasado, incentiva la violencia en la actualidad. Es indignante que se busque la responsabilidad en las propias mujeres cuando son ví­ctimas de violencia hasta llegar a lí­mites extremos como la violación sexual y el asesinato.

El sistema patriarcal ha intentado de cualquier manera naturalizar la violencia contra las mujeres, y muchas de las instituciones sociales, como las leyes, la educación y la religión, presentan argumentos para este fin. Aunque parezca ridí­culo, lo «socialmente normal» dicta que las mujeres han nacido para casarse, servir a sus maridos y tener hijos. Sin embargo, la lucha de mujeres es evidente en la actualidad, porque han expresado una palabra de emancipación al sistema patriarcal que las oprime y dicta una falsa imagen de lo que debe ser la masculinidad y la feminidad.

«Â¿Cuál fue mi error? ¿Cuál fue mi traición? Yo decidí­ ser mujer antes que cualquier otra cosa. Antes que esposa, antes que hija, antes que madre, antes que reina, yo decidí­ ser mujer. ¡Qué me vean como ejemplo a seguir y no como una maldita a la que le depositan todo el peso de la culpa cuando lo único que hice fue crear un escape a nuestro sexo!», asegura Helena, en una de las mejores escenas de «Las mujeres de Troya», y sus palabras tienen tal vigencia, que son voz de la lucha feminista y de cualquier esfuerzo por reivindicar los derechos de la mujer.