Las maras y los juegos de mi sobrinita


Martí­n Cristóbal Del Bosque

Soy administrador del sitio Web www.unidoscontralasmaras.com y hace algunos dí­as me encontraba navegando por Internet al final de la tarde cuando me llamó la atención el inocente juego de mi sobrinita de cinco años, tumbada en el piso de la sala, con sus manitas sostení­a un Teletubbie de color amarillo y en la otra un carrito rojo y a su «Lonchas» (un animalito del Rey León) y jugaba a que a uno de ellos le habí­an dado un balazo y que estaba herido de gravedad, que los bomberos lo habí­an ido a recoger, uno de ellos llamaba por celular a un pariente y les informaba que no tuvieran pena que los mareros sólo habí­an herido al hijito, que a su mamá no, la observé en silencio y no pude evitar sentir un nudo de impotencia en la garganta, de tristeza, de dolor, salí­ al patio y lloré en silencio… me di cuenta que hasta los más pequeños perciben el clima de violencia, de sangre, la cultura de muerte a nuestro alrededor, pareciera que los malos van ganando, pareciera que el crimen organizado, el de cuello blanco y las maras van a salir triunfantes en este hermoso paí­s, parece que estos delincuentes juveniles pero asesinos sin piedad, sin miedo a la ley y desafiantes a nuestro incipiente Estado de Derecho van a salir montados en caballo blanco y a todos nosotros de rodillas haciéndoles una reverencia; con mucho cuidado regresé con mi sobrinita y le sugerí­ otro juego, desde ese dí­a jugamos a las atrapaditas y escondidas. ¿Le ha pasado algo similar, estimado lector? Estoy seguro que a más de una persona le ha sucedido esta situación, debemos ser cuidadosos los adultos cuando platicamos en familia acerca de un homicidio, un asalto o un accidente, debemos tener cuidado cuando miramos las noticias en la Tv., les estamos heredando a nuestro hijos un mundo lleno de miedo, de inseguridad. ¿Cuántos niños no jugarán algo parecido? ¿Qué soñarán nuestros niños mientras duermen? Ellos deben tener miedo que un dí­a no regresemos. Hace unos dí­as un amigo me contó que tres mareros lo asaltaron y le mostraron sus armas 9 mm, se las colocaron en la frente y él pensó que hasta allí­ habí­a llegado su vida, recuerda todaví­a muy asustado que le gritaron ¡no te matamos porque no queremos!, pero aquí­ la BIG MARA SALVATRUCHA ¡REINA Y DOMINA!, puede que tengan razón pero ojalá que no por mucho tiempo, depende de todos.