Soy administrador del sitio Web www.unidoscontralasmaras.com y hace algunos días me encontraba navegando por Internet al final de la tarde cuando me llamó la atención el inocente juego de mi sobrinita de cinco años, tumbada en el piso de la sala, con sus manitas sostenía un Teletubbie de color amarillo y en la otra un carrito rojo y a su «Lonchas» (un animalito del Rey León) y jugaba a que a uno de ellos le habían dado un balazo y que estaba herido de gravedad, que los bomberos lo habían ido a recoger, uno de ellos llamaba por celular a un pariente y les informaba que no tuvieran pena que los mareros sólo habían herido al hijito, que a su mamá no, la observé en silencio y no pude evitar sentir un nudo de impotencia en la garganta, de tristeza, de dolor, salí al patio y lloré en silencio… me di cuenta que hasta los más pequeños perciben el clima de violencia, de sangre, la cultura de muerte a nuestro alrededor, pareciera que los malos van ganando, pareciera que el crimen organizado, el de cuello blanco y las maras van a salir triunfantes en este hermoso país, parece que estos delincuentes juveniles pero asesinos sin piedad, sin miedo a la ley y desafiantes a nuestro incipiente Estado de Derecho van a salir montados en caballo blanco y a todos nosotros de rodillas haciéndoles una reverencia; con mucho cuidado regresé con mi sobrinita y le sugerí otro juego, desde ese día jugamos a las atrapaditas y escondidas. ¿Le ha pasado algo similar, estimado lector? Estoy seguro que a más de una persona le ha sucedido esta situación, debemos ser cuidadosos los adultos cuando platicamos en familia acerca de un homicidio, un asalto o un accidente, debemos tener cuidado cuando miramos las noticias en la Tv., les estamos heredando a nuestro hijos un mundo lleno de miedo, de inseguridad. ¿Cuántos niños no jugarán algo parecido? ¿Qué soñarán nuestros niños mientras duermen? Ellos deben tener miedo que un día no regresemos. Hace unos días un amigo me contó que tres mareros lo asaltaron y le mostraron sus armas 9 mm, se las colocaron en la frente y él pensó que hasta allí había llegado su vida, recuerda todavía muy asustado que le gritaron ¡no te matamos porque no queremos!, pero aquí la BIG MARA SALVATRUCHA ¡REINA Y DOMINA!, puede que tengan razón pero ojalá que no por mucho tiempo, depende de todos.