Las Ligas Mayores buscan mejoras en su estructura


Jorge Posada, receptor de los Yankees, anota pese al esfuerzo de Ví­ctor Martí­nez, de los Medias Rojas. Los dos equipos más fuertes de la Liga Americana podrí­an ser ubicados en distinta división para que no se eliminen entre ellos. FOTO LA HORA: AFP Jim Rogash

Hacer ligeros cambios en el calendario de postemporada. Eliminar el ví­nculo entre el Juego de Estrellas y la Serie Mundial. Añadir la repetición instantánea para pelotas que caigan junto a las lí­neas de foul.


Blake DeWitt, camarero de los Dodgers de Los íngeles, equipo que está señalado por ser uno de los que más se tardan en el terreno de juego. FOTO LA HORA: AFP Doug Benc

Oh, y un mensaje para los Yanquis, los Medias Rojas y los Dodgers: ¡Apúrense!

El béisbol busca hacer ajustes. Algunos pronto, otros después. Algunos significativos, otros sutiles.

Ya ha sido implementado un cambio. Ahora los pitchers pueden tocarse la boca o los labios en cualquier momento en el montí­culo para tener un mayor agarre de la pelota. No es necesario bajarse de la lomita ni solicitar permiso al umpire, siempre y cuando no estén de pie sobre el hule y luego se sequen los dedos.

El Comité de las Reglas de Juego Oficiales hizo ese cambio en diciembre, el mismo mes en que el comisionado Bud Selig convocó a un panel especial de 14 integrantes para que analice todas las facetas del juego. En repetidas ocasiones dijo que «no hay vacas sagradas».

El grupo analizará los calendarios, el ritmo del juego, la posible realineación de los equipos, los umpires y otras áreas. Selig promete estudiar seriamente las sugerencias del panel.

Las Grandes Ligas hicieron una recomendación ya. Es decirle directamente a los Yanquis, los Dodgers y a Boston que son lentos al jugar, y pedirles que se apuren.

Los Yanquis (3:08), los Medias Rojas (3:04) y los Dodgers (3:02) jugaron los partidos de nueve entradas más largos el año pasado, dijo STATS LLC; el promedio en las ligas mayores fue de dos horas y 52 minutos. El cerrador Jonathan Papelbon de Boston fue multado con 5.000 dólares por jugar lento, y los campeones Yanquis atrajeron la atención _y la ira_ de la gerencia del béisbol por sostener incesantes reuniones en el montí­culo en la postemporada.

«Tenemos bateadores que reciben un montón de lanzamientos. Los Medias Rojas tienen toleteros que ven muchos lanzamientos. No hemos jugado ante los Dodgers, por lo que ante ellos realmente no lo sé. Pero eso va a formar parte (de los cambios)», dijo Joe Girardi, manager de los Yanquis.

«Hacemos todo lo que podemos. Le decimos a los jugadores qué hacer, pero si vas a anotar carreras y ves muchos lanzamientos y hay cambios de pitchers, el partido se va a alargar. Pero hacemos todo lo que podemos por apegarnos a las normas», señaló.

No hay ninguna amenaza sobre lo que ocurrirá si no cumplen. ¿Ayudará el que se los hayan pedido? «El año pasado le dijimos lo mismo a esos tres (equipos)», dijo Bob Watson, vicepresidente de las Grandes Ligas para operaciones en el terreno de juego.

Mientras tanto, han comenzado las conversaciones entre la gerencia y el sindicato de jugadores en torno a alternar el calendario de la postemporada este año. Mike Scioscia, el piloto de los Angelinos de Los Angeles, se quejó ruidosamente en octubre pasado cuando su equipo jugó ocho partidos en 20 dí­as.

Se espera también que el panel analice con cuidado si la liga que gane el Juego de Estrellas debe tener la ventaja de que el equipo que la represente inicie la Serie Mundial en su estadio. La Liga Americana ha ganado siete Juegos de Estrellas en fila desde que comenzó esta innovación, y el asunto ha sido fuente de controversias.

«El comisionado prestó atención a todo lo que estaba sobre la mesa, lo analizó mucho. Creo que apreció todas las opiniones», señaló Scioscia.

ANíLISIS Realineación


He aquí­ una predicción que puedes poner en el banco, que puedes llevar a las ventanillas de apuestas en Las Vegas: La realineación «flotante» nunca va a suceder. Nunca.

Pero si ese es el tipo de cosa que el comité especial para asuntos de terreno de Bud Selig pondera por más de 30 segundos, eso nos dice algo. Y lo que nos dice es lo siguiente:

Este comité, si no el deporte completo, está obsesionado con los Yankees y los Medias Rojas.

Así­ que, en realidad, este es el problema que estos tipos están tratando de resolver:

¿Cómo puedes «arreglar» un sistema que permite que los Yankees y los Medias Rojas lleguen a los playoffs, casi por defecto, cada año?

Esa es una pregunta que mucha gente en el santuario interno del béisbol se pregunta en estos dí­as. Y ellos la están haciendo incluso a pesar del hecho que Selig nos dijo esta misma semana que «el béisbol tiene más balance competitivo ahora que nunca antes.»

Créanlo o no, posiblemente el comisionado tenga razón en esto. Pero siempre hay su trampa, y uno sabe cual es. Traten de convencer a los frustrados ciudadanos de Baltimore, Tampa Bay y Toronto que hay más balance competitivo ahora que antes. Buena suerte con eso.

Así­ que hoy, hablemos sobre una fascinante idea que escuchamos que también ha sido considerada por ese comité (y por otras personas):

¿Es tiempo de separar a los Yankees y los Medias Rojas? ¿Es tiempo de moverlos a otras divisiones por separado?

Hey, ¿quieren darle oportunidad a esos otros equipos del Este de la Liga Americana de competir por el comodí­n? Esa es una manera de desenredar esa maraña creada por los Yankees y Medias Rojas, ¿cierto? Divide y vencerás.

Piensen en ello. Las cosas a favor de esto son obvias. Quizás los Yankees y los Medias Rojas lleguen comoquiera a los playoffs cada año. Pero…

(A) Ellos tendrí­an que ganar sus divisiones para hacerlo, para variar.

Y (B) incluso si lo logran, ellos dejarí­an la puerta de los playoffs abierta, gracias al milagro del comodí­n, para todos los otros equipos en sus respectivas divisiones. Lo que de seguro no sucede ahora.

Así­ que es una idea digna de considerarse. Pero es algo gracioso. No podemos encontrar a nadie que le guste, fuera de varios tipos desesperados en Baltimore, Tampa Bay y la adorable provincia de Ontario.

Por ejemplo, se la planteamos al manager de los Medias Rojas Terry Francona la semana pasada. Admitió que era tentadora.

«Me gustarí­a tomar a Tampa y separarlos también,» dijo, riéndose.

Pero luego que la idea paseó por sus células cerebrales por un rato, tuvo un pensamiento que la gente no considera más cuando observan el estado de las cosas en el Este de la Americana.

«Sabes,» dijo Francona, «yo no soy lo suficientemente listo como para tener las respuestas. Sé que cuando la gente tiene ideas, pienso que se olvidan que cada diez años, las cosas cambian. Hace diez años, Cleveland vendí­a cada partido. Ahora es difí­cil que la gente recuerde eso. Ahora, nosotros vendemos [cada juego]. Somos buenos. Los Yankees son buenos. Tampa es bueno. Estas cosas son cí­clicas. Así­ es que funciona el juego… Pienso que la gente que lo está viviendo ahora no se ha cuenta que no siempre ha sido así­.»

Y, vaya que tal, él tiene razón. El sistema de comodí­n ha estado presente en las últimas quince temporadas. En los primeros ocho años, tan solo dos veces ambas superpotencias llegaron a la postemporada. Sí­, leyeron bien. Solo dos veces.

Pero desde el 2003, ha sucedido en cinco de los últimos siete años. Así­ que antes de comenzar a explotar divisiones y rivalidades, ¿estamos seguros que tenemos una muestra lo suficientemente grande?

«Yo sé que parece que los Yankees y los Medias Rojas han sido dominantes por mucho tiempo, pero realmente solo han dominado desde el 2003,» dijo un gerente general que ha sido un alto ejecutivo en ambas ligas. «Eso es un periodo de siete años. Ahora sus ventajas financieras son tan grandes que siempre lo hacen. Pero si miran a la historia, encontrarán que las cosas se equilibran.»

Para ser honestos, en ocasiones puede pasar mucho, mucho tiempo antes que las cosas se equilibren. Les pueden preguntar a todos esos equipos del Este de la Liga Nacional que terminaron detrás de los Bravos por una década. Pero reconozcamos el punto y movámonos hacia el siguiente asunto grande: la falta de sentido práctico y puro de separar a estos dos mastodontes.

«No veo cómo pueda suceder eso polí­ticamente,» dijo un oficial de un equipo, «porque no pienso que haya algún otro equipo que quiera tener en su división a los Medias Rojas o a los Yankees. No los enviarí­an a la Liga Nacional. Y si mueven uno de ellos a la División Central de la Americana, ¿cuál equipo se moverí­a voluntariamente al Este?

«Yo no veo a Jerry Reinsdorf dejando que los Medias Blancas se muevan. No veo a los Tigres regresando a esa división. Estoy seguro que Kansas City y Minnesota no querrí­an estar en el Este. Y buena suerte tratando que Cleveland vuelva. Así­ que no creo que haya un candidato lógico. Simplemente no lo veo.»

Creo que habrá gente que pregunte, «Â¿Por qué no se enví­a uno de ellos a la Liga Nacional?» Pero eso no va a suceder.

Desde que los Yankees se establecieron en Nueva York en 1903, no ha habido una sola temporada en la que estos dos equipos no estén en la misma liga y, eventualmente, en la misma división. Y cualquier oficial de béisbol que haya visto como resuenan las cajas registradoras de los Yankees y los Medias Rojas preferirí­a comenzar todos los partidos de la Serie Mundial a las 3 am antes de destruir esta rivalidad.

Conocemos gente en Kansas, South Dakota y Orange County que están saturados de los partidos Yankees-Red Sox desde hace 20 años. Pero si alguna vez han intentado comprar un boleto para uno de esos partidos, o visto los ratings que atraen, no necesitarán 10 segundos para explicarles la razón por la que romper esta rivalidad es algo difí­cil, casi imposible.

Así­ que si el béisbol está determinado a «arreglar» su «problema» de Yankees-Medias Rojas, van a tener que encontrar alguna otra ví­a: Añadir un segundo equipo comodí­n. … balancear el calendario. … darle carta blanca a la disparidad en las nóminas.

Lo que sea. Todo está sobre la mesa. Pero eso no va a suceder mediante realineamiento — radical o de alguna otra í­ndole.

Sin embargo, queda una pregunta más grande por contestar. Y es una pregunta que este deporte va a tener que pensar mucho y duro para responder:

¿No es algo loco el meterte con la fibra misma de tu deporte porque no puedes encontrar la manera de lidiar con dos de las franquicias más exitosas del planeta?

«Â¿Realmente tenemos que hacer las reglas alrededor de dos equipos?» se preguntaba el gerente citado anteriormente. «Cuando piensas en ello, ¿cuán mal va a lucir el deporte si tenemos que admitir, «No podemos controlar lo que ellos hacen, así­ que tenemos que cambiar nuestras reglas?»

«Para mí­,» dijo, «serí­a algo vergonzoso el hacer reglas alrededor de los Medias Rojas y los Yankees y entonces quizás en siete, ocho o nueve años encontremos que los Mets, Cachorros y Filis son como los Yankees y los Medias Rojas ahora. Entonces, ¿tendrí­amos que hacer reglas para esos equipos también?»

Ese es un punto excelente. De hecho, es el punto central. No tenemos problemas con cualquier idea sensible que mejore el balance competitivo del béisbol del siglo 21. Pero a medida que consideramos esas ideas, siempre debemos recordar que nada dura para siempre.

Ni siquiera la «eterna» omnipotencia de los Yankees y los Medias Rojas.