Cuando el Tribunal Supremo Electoral (TSE) termine de contar las poco más de cien juntas receptoras de votos que le faltan, deberá oficializar que los partidos Acción de Desarrollo Nacional (ADN) y Centro de Acción Social (Casa) deberán ser cancelados. Y, si mal no entiendo, también el Frente de Convergencia Nacional (FCN), a pesar de que no compitió en las Presidenciales.
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Hoy, cuando toda nuestra atención se centra en los dos candidatos que van al balotaje, o los diputados que van al Congreso, o los alcaldes que tomarán la vara edilicia en enero próximo, pareciera que poco o nada nos importan las lecciones que debemos aprender de este proceso electoral.
Sí, y es que pareciera que la adrenalina de la primera vuelta no nos ha dejado observar que de nuevo nuestro sistema electoral y de partidos políticos está mal y que será ésa una de las principales reformas profundas que debemos exigir para los próximos gobernantes, en especial a los diputados.
En términos generales, es evidente que el resultado de las votaciones tiene una relación directamente proporcional al monto de lo gastado en campaña. ADN y Casa (así como el FCN) fueron los partidos que menos gastaron en campaña. Mientras que los Patriotas, Lider y la coalición UNE-Gana, fueron los que más gastaron, inversión que se refleja en sus resultados en las Presidenciales y Legislativas.
No deja de haber cierta hipocresía entre nosotros, los votantes, ya que constantemente nos quejamos de la contaminación por la campaña electoral, no sólo como basura en las calles, sino como basura mental. Pero lastimosamente, no reflejamos en las urnas ese cansancio. A la larga, con nuestro voto damos un espaldarazo a ese sistema electoral que se basa en una campaña costosa pagada por oscuros financistas.
La lección que queda (sobre todo para partidos como ADN y Casa) es que una campaña onerosa asegura los puestos. Es una lástima, por ejemplo, lo que hizo ADN, ya que fue el único partido político que se constituyó como tercero interesado en torno a la controversia de la candidatura presidencial de Sandra Torres. Y es que por ser un tema electoral, las autoridades de la CSJ y la CC, en sus respectivos momentos, hicieron un llamado a todo el sistema de partidos políticos para que se pronunciaran, pero sólo ADN lo hizo.
Nuestro sistema de partidos políticos está pensado para que sea el vehículo para la representatividad del pueblo. Pero con el Caso Sandra Torres, se evidenció que estamos pobremente representados, ya que ninguno, excepto ADN, quiso pronunciarse.
Por otro lado, en torno a ADN, también debe haber cierta molestia que los 19,026 votos logrados en la Presidencial (con el 99.32% escrutado) ni siquiera representa el número de afiliados que deberían tener, o que han reportado tener, lo cual hace suponer que los listados de afiliados de ése y otros partidos son una farsa.
Otra lección que debe aprenderse es que los partidos con mayor cantidad de votos (Patriotas, UNE, Gana, Lider, Creo, UCN, Encuentro por Guatemala), evidenciaron, aunque sea en una mínima parte, cierto trabajo con las bases. Lo que las encuestas -que casi daban ganador a Otto Pérez Molina en primera vuelta- no lograron ver, fue ese trabajo de las bases de la UNE, Gana y UCN, y por ello la sorpresa, a pesar de que este trabajo se logró a punta de cacicazgos, lo cual también es dañino para la democracia.
Sin embargo, es más resaltante que un partido político no puede funcionar como un comité cívico, es decir, cuyo objetivo sea simplemente ser un vehículo electoral, como ha sido el caso del partido Casa. Este partido inicialmente parecía que llevaría en la candidatura a Carlos Zúñiga, quien terminó siendo el vicepresidenciable del PAN. Pero finalmente terminó postulando a Alejandro Giammattei, proclamándolo la misma semana en que salió de la prisión preventiva.
Giammattei pasó de un 17% y un tercer lugar en las Elecciones del 2007, a un 1.04% y penúltimo lugar para el 2011. No me cabe la menor duda de que el exdirector de Presidios no pudo hacer trabajo con el partido mientras estuvo en prisión, por lo que es evidente que las bases de Casa no lo reconocían como candidato. Lo único lógico que puede tener la decisión de llevarlo como candidato es haber creído que iba a tener el mismo o mayor caudal electoral que hace cuatro años, lo que hizo pensar a los dueños de la ficha de Casa que les bastaría para acceder a una curul del Congreso, por lo menos.
En conclusión, creo que estos dos partidos políticos nos ofrecen más lecciones por aprender que los grandes ganadores, y que se resumen en que hay que reformar el sistema de financiamiento de los partidos políticos, así como el trabajo con las bases, para evitar que los grandes poderes económicos sigan teniendo injerencia en las elecciones, y para evitar que los partidos políticos sean simplemente unos meros vehículos electorales cada cuatro años.