Ayer se desentrampó la nominación del nuevo Primer Ministro Británico. Luego de unas elecciones legislativas en que ningún partido obtuvo la mayoría absoluta, el cabildeo entre partidos tuvo que darse para decidir el futuro del Gobierno.
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David Cameron, líder de los Conservadores, había ganado las elecciones, pero sin mayoría absoluta. Gordon Brown, hasta ayer Primer Ministro y candidato de los Laboristas, quedó en segundo lugar. Nick Clegg, líder de los Liberal Demócratas, estaba hasta hace un mes alejado de las posibilidades, pero una buena campaña hizo que obtuviera una buena cantidad de votos.
Ya sé que Gran Bretaña está muy lejos de Guatemala, y que muchos de los lectores prefieren opiniones sobre temas nacionales; y por eso, de las elecciones británicas obtengo tres valiosas reflexiones que se deben tomar en cuenta para nuestra democracia local.
PRIMERA REFLEXIí“N: A primera vista, una democracia parlamentaria, como la británica, pareciera tener ventajas. Aunque en realidad, considero que un país con un fuerte ejercicio democrático, le iría bien en cualquier sistema. En Guatemala no. En Guatemala no tenemos un sistema democrático. Simplemente, tenemos unas elecciones cada cuatro años que ni siquiera son representativas, porque ni siquiera la cuarta parte de la población está empadronada. A ello, hay que sumarle que no hay ejercicio de poder, sino que nuestras elecciones se basan en cancioncitas y en quién regala más láminas o gorras, o quién promete más pagos en efectivo una vez asuman el poder.
En Gran Bretaña, fue notable que un tercer candidato (Nick Clegg, que al final terminó decidiendo la elección), logró hacerse un espacio a fuerza de sus propuestas. Sueño yo con el día en que los candidatos en Guatemala puedan posicionarse entre los electores únicamente por sus propuestas, y no por lo pegajoso de sus campañas.
SEGUNDA REFLEXIí“N: La campaña es Gran Bretaña (y, dicho sea de paso, en la mayor parte de Europa) es muy corta. Si un partido nuevo quisiera posicionarse, no le daría tiempo de hacerlo a base de spots comerciales. La base de la democracia es el trabajo de los partidos, representados en el Parlamento. Los partidos que obtuvieron más votos, es porque han tenido una larga tradición y han elaborado propuestas que van hacia el bien común de la población.
Por ejemplo, los Liberal Demócratas ganaron muchos sufragios con su propuesta de la votación uninominal al Parlamento, pero esto es un trabajo en equipo. En contraste, para los Liberales, pesó en su contra las decisiones sobre la economía y sobre la guerra en Irak y Afganistán, que les pasó factura, no sólo a Gordon Brown, su candidato, sino que hace meses a Tony Blair, ex Primer Ministro.
En Guatemala, en cambio, vemos que los partidos surgen a las carreras sólo para participar en las elecciones, y que después mueren. En el Congreso de Guatemala, no se puede evidenciar el trabajo sólido de los partidos políticos. Quizá se pueda hablar de diputados que valen la pena, pero no de un partido en general. Además, es evidente que quienes cabildean en el Congreso de la República e impulsan las leyes, no son los partidos, sino que son los intereses económicos y hasta los intereses del crimen organizado. Pero partidos, nada que ver.
Entre las salvedades, podría mencionar la fiscalización que hace Nineth Montenegro y las iniciativas de ley que han emanado desde la Comisión de Reformas al Sector Justicia, que ella preside, y que han propuesto iniciativas como la Ley de Comisiones de Postulación. Asimismo, es notable la iniciativa de ley de Leonel Soto Arango, para obligar a los reos a trabajos sociales forzados; quizá la propuesta es discutible, pero es de las pocas que se han presentado para resolver un tema de la problemática nacional actual.
TERCERA REFLEXIí“N: La ley y la tradición en Londres hubieran acuerpado al saliente primer ministro Gordon Brown, ya que habitualmente, ante la falta de mayoría absoluta, los británicos prefieren la continuidad. Ello, a pesar de que Brown quedó en segundo lugar y era más factible elegir, de una vez por todas, a Cameron. Los partidos empezaron a cabildear entre ellos y había muchas opciones en juego.
Sin embargo, ayer fue un día movido para la política británica, ya que Gordon Brown anunciaba en principio su renuncia a la dirección del partido, a fin de favorecer las negociaciones para que los Laboristas se mantuvieran en el poder. Luego, al ver que esta acción no ayudó al cabildeo, renunció de una vez por todas a la Primera Magistratura, y su gesto prácticamente otorgó el triunfo a Cameron, convirtiéndose en el nuevo Primer Ministro.
¿Lecciones? Claro que sí. Brown prefirió tomar una decisión que le afectaba a sus intereses personales, pero que beneficiarían más a los intereses, primero, de su partido, y después de la Nación. ¿Cuántas veces no hemos visto en nuestro país que los politiqueros se aferran al «hueso», a pesar de que está demostrada su ineptitud? Y aún así, ha habido Presidentes de Guatemala que esperan que les ofrezcan disculpas por haber sido señalados de la muerte de algún abogado, cuando ellos no han ofrecido disculpas por las muertes de miles asesinados cada año.