Las lecciones de Cuba


Un abrazo solidario para el pueblo cubano, en estos dí­as difí­ciles por Gustav e Ike.

Los últimos dí­as no han sido buenos para Cuba y su población. Los huracanes Gustav e Ike devastaron miles de casas y edificios en las principales ciudades como La Habana Vieja, en donde, según reportes de prensa, el tránsito era casi imposible por la inundación de las calles.

Ricardo Marroquí­n
rmarroquin@lahora.com.gt

Autoridades del Estado cubano estiman que los mayores daños se reportan en la provincia. No es para menos, los vientos de hasta 320 kilómetros por hora destruyeron cosechas, centrales tabacaleras y todo lo demás que encontraron en su camino.

Las pérdidas en la isla se calculan por millones de dólares. Ante la situación, algunos paí­ses como Rusia, España, Timor Oriental, Venezuela y Brasil han enviado ayuda para la población, que además de alimentos, necesita de la cooperación para la reconstrucción de sus viviendas.

No es de extrañar que Washington haya condicionado su ayuda con la visita previa de una serie de expertos para que determinen si los destrozos en la isla merecen la atención de la ayuda internacional. Hace bien la BBC al contrastar la posición de Bush en la actualidad y la del Gobierno cubano cuando el 11 de septiembre de 2001 puso todos sus aeropuertos a disposición de los aviones estadounidenses y después del huracán Katrina, que dejó más de mil 800 personas muertas en Nueva Orleans, ofreció el enví­o de mil 500 médicos.

Tampoco es excepcional que los huracanes en Cuba no hayan dejado demasiadas pérdidas humanas; el paí­s lamentará la muerte de cuatro personas. El plan de prevención, que incluye la evacuación de la población antes del paso de los ciclones, es tan eficaz como único gracias al sistema que impera en la isla. «íšnicamente la Revolución permite este nivel de organización», comentó un compañero periodista sudamericano radicado en Cuba.

En contraposición, la vulnerabilidad de la población guatemalteca. El actual invierno con fuertes lluvias provocó ya la muerte de varias personas en distintos puntos del paí­s. ¿Qué podemos esperar si se nos viene un ciclón como los que han afectado a las islas del Caribe?

Patética fue la respuesta del entonces presidente í“scar Berger cuando, al inicio del paso de la tormenta Stan sobre el territorio guatemalteco en octubre de 2005, señaló que la población está acostumbrada a este tipo de lluvias. El cálculo le salió mal, con cerca de mil quinientos muertos, varias comunidades totalmente soterradas y cientos de personas desaparecidas y jamás encontradas.

Pero en Cuba, inmediatamente después del paso del huracán Ike, el material de reserva en caso de guerra ya empezó a ser distribuido entre la población para la reconstrucción de las viviendas. Nuevamente el contraste. En Guatemala, muchas personas afectadas por Stan viven aún en albergues. ¿Qué debemos aprender de la isla?