Las intervenciones de EE.UU. en Somalia han sido más fracasos que éxitos


Malos resultados. Imagen de una base estadounidense, en donde un soldado estadounidense registra a un somalí­. Las intervenciones estadounidenses en Somalia no han tenido buenos resultados.

Estados Unidos, que ayer lanzó un ataque aéreo en el sur de Somalia contra islamistas sospechosos de estar vinculados a la red terrorista Al Qaeda, ha intervenido directa o indirectamente en Somalia desde 1992.


En diciembre de 1992 se lanzó la operación «Recobrar la esperanza» para ayudar a las ví­ctimas de la hambruna y tratar de restablecer la paz en el paí­s desgarrado por los combates entre caudillos.

Estados Unidos participará con 28.000 de los 38.000 hombres con que contará la fuerza multinacional de la operación y se encargará de su comandancia.

Washington, que siempre se ha interesado por el llamado Cuerno de ífrica para contrarrestar la influencia soviética, quiere probar después de la primera guerra de Irak (1991) que es capaz de emprender operaciones humanitarias.

En mayo de 1993, las Naciones Unidas toman el relevo de «Recobrar la esperanza», en el marco de la operación Onusom II (Operación de las Naciones Unidas en Somalia), destinada en particular a controlar el cese de las hostilidades y garantizar la seguridad en los puertos, aeropuertos y ví­as de comunicación necesarias para el enví­o de asistencia humanitaria.

Miles de soldados estadounidenses, así­ como paquistaní­es, nigerianos, italianos y franceses, participan en Onusom II.

Pero al igual que «Recobrar la esperanza», la operación de la ONU es un fracaso: al menos 151 cascos azules mueren. Los norteamericanos, que lanzan una inútil cacerí­a humana contra el general Mohamed Farah Aidid, que efectúa operaciones guerrilleras en el sur de Mogadiscio, pierden al menos 30 soldados.

Después de la terrible jornada del 3 de octubre de 1993 en la que 18 soldados perdien la vida y son arrastrados por las calles de Mogadiscio, el presidente estadounidense Bill Clinton anuncia la retirada de sus tropas, el 31 de marzo de 1994.

Durante casi una década, Estados Unidos se muestra discreto en este paí­s africano presa del caos, sin poder central y del cual parece haberse desinteresado la comunidad internacional.

Pero luego de los atentados en 1998 contra las embajadas de Estados Unidos en Kenia y Tanzania (224 muertos), y de los ataques del 11 de septiembre de 2001, Somalia es colocada bajo estricta vigilancia estadounidense, pues se sospecha que es refugio de miembros de la red Al Qaida que reivindicaron los atentados.

A comienzos de 2006, cuando el movimiento islamista se desarrolla en Somalia, paí­s de tradición musulmana moderada, Estados Unidos sostiene financieramente una alianza de caudillos para contrarrestar el crecimiento de los islamistas.

También esta intervención, ahora indirecta, es un fracaso.

Después de varios meses de combates que dejan cientos de muertos, los islamistas se apoderan de Mogadiscio en junio y julio, antes de controlar la mayor parte del paí­s, en el sur y el centro.

Estados Unidos cambia entonces de táctica y en diciembre de 2006 apoyan oficialmente la ofensiva militar de Etiopí­a, fronteriza con Somalia, contra los islamistas que son derrotados en 12 dí­as.

Los norteamericanos transmiten en particular a los soldados etí­opes informaciones obtenidas por sus satélites espí­as. Naví­os de guerra estadounidenses se apuestan frente a las costas de Somalia y de Kenia para bloquear a los islamistas que huyen.

Finalmente, el lunes pasado el ejército norteamericano lanzó ataques aéreos en el sur de Somalia contra los islamistas prófugos.