Las Finanzas Públicas


Pocos temas tan delicados en la gestión pública como el manejo de las finanzas por las serias implicaciones que tiene en la estabilidad o inestabilidad macroeconómica del paí­s. Los organismos internacionales han reconocido que Guatemala ha mantenido históricamente un manejo prudente de las finanzas públicas y la disciplina fiscal, en medio de las dificultades por la exigua recaudación tributaria.


En este gobierno no ha podido haber mucha disciplina fiscal porque, para empezar, la carencia de un presupuesto genera caos y desorden que sirve para esconder muchos asuntos. La no aprobación del Presupuesto fue una maniobra del oficialismo según filtró oportunamente a la prensa el anterior Ministro de Finanzas, quien llegó a amenazar con su renuncia si se consumaba esa patraña, pero luego la aceptó y postergó su salida hasta cuando se hizo imposible seguir al frente de una cartera en la que se recibí­an instrucciones permanentemente para transferir partidas hacia los programas dirigidos por la esposa del Presidente.

En ese contexto no puede sorprender la destitución del ministro Balsells porque, aun y cuando él asumió sabido de las razones verdaderas de la renuncia de su antecesor, la proximidad de la campaña electoral hace que las presiones se incrementen. Ni Fuentes Knight ni Balsells estaban dispuestos a comprometer su poco o mucho prestigio con los organismos internacionales participando de esa danza de indisciplina en el gasto público promovida por lo que se ha dado en llamar «la pareja presidencial».

Lo grave y preocupante es que si perdemos la disciplina fiscal perderemos también la estabilidad macroeconómica del paí­s y podemos caer en situaciones sumamente delicadas que afectarán la economí­a de los guatemaltecos en el corto y mediano plazo. Se puede maquillar el problema durante el perí­odo electoral, para no perder votos, pero eso no hará sino agravar el desorden y las causas de un colapso mayor que tendrí­a que ser enfrentado a partir del próximo gobierno.

Mantener el orden y la disciplina no es fácil, pero restablecer esos valores luego de haberlos perdido es mucho más complicado y difí­cil y los costos son tremendamente serios para un paí­s que tiene las limitaciones que implica la debilidad de nuestro sistema tributario. Obviamente hubiera sido más fácil para í‰dgar Balsells someterse a las presiones y abrir el chorro para un gasto incontenible que pudiera satisfacer las necesidades polí­ticas del oficialismo que hace descansar su esperanza electoral en los programas de Cohesión que se administran con tan poca rendición de cuentas. Pero su responsabilidad histórica hubiera sido enorme porque sobre él hubiera recaí­do la culpa del descalabro macroeconómico que se vendrá como consecuencia de la manga ancha que quieren usar en esta campaña electoral.